Los rincones de La Rioja, plagados de vivencias e historias, nos revelan desde la sencilla naturaleza de sus dones la misteriosa adherencia a la que refiere Dardo de la Vega Díaz, en su libro “La Rioja Heroica” que, a su vez, se hace eco de una innegable impronta que esta tierra deja en cada uno de sus habitantes.
Tales designios tuvieron un azaroso y fructífero desenlace en la unión de dos realizadores audiovisuales que distan cronológicamente en sus trayectos de vida, pero que están indisolublemente unidos en un proyecto de rescate y puesta en valor de material fílmico que pinta el modo vida en la ruralidad de mediados de los años ’60 en distintos pueblos de la provincia de La Rioja.
Hermes Quintana, nacido en Córdoba a fines de los años ’20, chileciteño por adopción; y Hernán Ocampo, nacido a principios de los años ’80 en Chilecito; cruzaron sus caminos de ojos inquietos y pergeñaron la “Memoria Fílmica de La Rioja”, un emprendimiento que bien podría tener el tinte de trasvasamiento generacional, cuyo noble propósito es ejercitar la memoria de lo sucedido en aquellos parajes insertos en el interior profundo riojano y de los que se sabe muy poco.
Al respecto, Hernán Ocampo revela “desde la primera vez que vi ‘El Algarrobo’ -un cortometraje realizado en Vichigasta en 1965- me sentí atraído por la obra de Hermes Quintana. Hace diez años, aproximadamente, cuando pudimos hacer un ciclo en el Cine Club ATE de Chilecito con buena parte de su obra, sentí una profunda conexión en sus modos autodidactas, y también con la escritura de mi abuelo, Verner Costas. Emocionado por descubrir un cine propio de mi lugar de origen”.
Diplomado en imagen y sonido en la Universidad Nacional de General Sarmiento (Bs. As.), Hernán Ocampo también es músico, compositor, productor discográfico y artista sonoro. Desarrolla también una labor de productor artístico y gestor cultural.
En el camino de lograr la puesta en valor del material fílmico, Ocampo relata que “cuando logré acceder a una conversación con Hermes pude saber que había mucho más material por redescubrir, y entonces surgió la idea del rescate como proyecto, algo que me parecía lejano entonces, pero que hoy hemos concretado después de un trabajo que requirió mucho esmero, criterio y respeto”. Puntualmente, el joven cineasta destaca el recibimiento que la idea tuvo entre las autoridades de la Dirección General de Cine, que funciona en la órbita del Ministerio de Turismo y Culturas.
A medida que el proyecto fue avanzando, apareció mucho material, entonces la investigación fue extendiéndose en el tiempo. “En todo el proceso creativo, cada decisión que fuimos tomando se hizo en el marco de un absoluto respeto y en permanente consulta con su autor y sus colaboradores”.
La restauración de material fílmico no tiene precedentes en La Rioja. “Es un hecho histórico para la familia Quintana y para la comunidad riojana toda. Ojalá sea también una motivación para que más archivos de nuestro patrimonio fílmico salgan a la luz”, dice entusiasmado Ocampo.
La realización
El pasado 22 de abril, en una función especial en la sala 1 del complejo Cinema Center del Paseo Cultural “Castro Barros” se exhibieron una serie seis cortos cinematográficos con variadas temáticas.
En la pantalla del Cinema Center se sucedieron “El Algarrobo, Fruto de la Tierra” (1965), “El Carbón” (1966), “La Guerra y la Paz” (1967), “El Promesante” (1968), “La Escuelita de los Cerros” (1969) y “La Virgen de Andacollo” (1969). Todos bajo la dirección, producción y montaje de Hermes Quintana; con el trabajo de investigación, rescate y puesta en valor de Hernán Ocampo. Con textos de Verner Costas, y relatos de Tin López, Adolfo Molina y Daniel Costas. La colaboración musical de Jacinto de la Fuente, Luis Ormeño, Tomás Gazzo, Manolo Lagos y un sinnúmero de artistas y trabajadores de la cultura que hicieron sus oportunos aportes.
Como ya se ha mencionado, es innumerable y extenso el material recabado por Quintana, y que promete más exhibiciones con cortos que retratan a algunas de nuestros más preciados atractivos como Talampaya, la Laguna Brava; o cuentan vivencias referidas a la escalada al Famatina o la historia del mítico Médico de la Cuchilla, en el oeste riojano.
Todo bajo la atenta mirada de este cordobés que adoptó a Chilecito como su terruño en el año 1951. Hermes Quintana llegó a La Rioja con su oficio de relojero y fotógrafo.
Desarrolló una actividad amplia y prolífica, pues además del cine, incursionó en la fotografía documental, con muestras fotográficas y audiovisuales proyectadas en varias instituciones y escuelas de la provincia; y la vocación por la pintura que ya se manifestara en su niñez.
Con 93 años en sus espaldas, Quintana sostiene que su principal motor fue “siempre tener ganas de hacer cosas, ir por cada pueblo admirando la belleza y viendo la entereza de la gente que allí vive. Observando las tradiciones que el paso del tiempo hizo que quedaran en desuso”.
Sin dudas, estos retratos audiovisuales constituyen un trabajo etnográfico sin precedentes, y nos dejan las huellas que debemos rastrear para darle el adecuado valor a nuestra memoria ancestral. El proyecto de Memoria Fílmica de La Rioja nos abrió una puerta, y nos invita a tomar carrera en la senda del descubrimiento de esa Rioja que todavía desconocemos.