Mariano Moreno, la intuición de un vanguardista

maximiliano herrera
Maximiliano Herrera
Periodista

“El mejor oficio del mundo” como lo había llamado Gabriel García Márquez, celebra hoy su día. Mariano Moreno, abogado ilustrado, ¿periodista? fundó el 7 de junio de 1810, por orden de la junta revolucionaria,  “La Gaceta de Buenos Aires”, considerado el primer periódico argentino.

Además de ser su fundador, Mariano Moreno, fue también su primer redactor. Unos días después de la mismísima Revolución de Mayo, urgió la necesidad propagandística de expandir los ideales de la revolución. Para eso, nada mejor que un órgano difusor, en ese entonces, no existía nada mejor que un periódico para lograrlo. Existían los libros ya, por supuesto, pero sí de hacer circular ideas rápidamente se trataba, un periódico era lo ideal en aquel entonces. Es por este hecho emblemático que el “Primer Congreso Nacional de Periodistas”, celebrado en Córdoba en 1938, estableció el 7 de junio como Día del Periodista en homenaje a esa primera edición de La Gazeta de Buenos Aires.

«Mariano Moreno en su mesa de trabajo» de Pedro Subercaseaux

Pero, ¿era Mariano Moreno un periodista?

Decir que fue el primer periodista quizás sea una exageración. Mariano Moreno fue un abogado ilustrado, y ya había habido algunos otros antes de él que escribieron y publicaron, como Cabello y Mesa, fundador de Telégrafo Mercantil, el primer periódico porteño que difundía notas de color y era el medio de expresión de los jóvenes ilustrados, sin embargo, se considera La Gazeta como “el primer diario argentino” de tirada, ya que fue el primero en hacer publicaciones con frecuencia semanal capaces de influir en la opinión pública y hacerla circular.

En su redacción participaron también Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Manuel Alberti, Pedro Agrelo y Bernardo de Monteagudo, entre otros.

Otro dato a tener en cuenta es que, en contrapartida con la historia “mitrista”, el revisionismo histórico posiciona que Mariano Moreno no fue el primer periodista, sino, el primer desaparecido. Su muerte, en nuestra historia, aún es material de debate. Un debate con muchos frentes, o sólo dos.

Moreno encarnaba el ideario de los sectores que propiciaban algo más que un cambio administrativo, él buscaba un cambio sustancial y, por ello mismo, se ganó la enemistad de muchos. Deán Funes, el mismísimo Saavedra, entre otros, entrevieron el peligro que encarnaba para sus proyectos conservadores. Pronto forzaron su renuncia a sus cargos en Buenos Aires y lo enviaron como representante del gobierno a Londres, rumbo al que partió el 24 de enero de 1811.

La muerte de Moreno es sospechosa, es que, sin más, al ser desterrado de la junta que presidía Saavedra, su interno, fue a morir en altamar por la ingesta en exceso de un medicamento suministrado por el capitán del navío y seguidamente su cuerpo arrojado al océano en Brasil. Cuando esto sucede, Moreno ya no integraba el gobierno patrio. Su renuncia en diciembre de 1811 fue en parte por el debate sobre la votación para incorporar a diputados provinciales y crear así la denominada “Junta Grande”, a la cual él se oponía.

Hubo algunos hechos que dan lugar a la teoría de su asesinato. El 22 de enero de 1811 se alejó de Buenos Aires, en una pequeña embarcación rumbo a La Ensenada y allí trasbordó – el 24 de enero- a la fragata inglesa La Fama, la que partió de inmediato. Fue acompañado por su hermano Manuel y Tomás Guido, en carácter de secretarios. Su salida a altamar tenía como destino Inglaterra donde firmaría un contrato de armas, las cuales no podían ser vendidas directamente a la Junta ya que Inglaterra apoyaba a España en la resistencia contra Napoleón. Es por eso que las armas fueron comercializadas por un intermediario norteamericano, David Curtis de Forest, quien las llevaría a la Plata.

El dato importante acá es el siguiente: en el artículo 5 del contrato se habla de que “para poner en ejecución el convenio deberá Mr. Curtis ponerse antes de acuerdo con el enviado de esta Junta a la Corte de Londres, señor doctor Mariano Moreno, cuya aprobación será requisito necesario para que los comprometimientos de Mr. Curtis obtengan los de esta Junta” pero en el artículo 11 del mismo contrato se establecía “Si el señor doctor don Mariano Moreno hubiere fallecido, o por algún accidente imprevisto no se hallare en Inglaterra, deberá entenderse Mr. Curtis con don Aniceto Padilla en los mismos términos que lo habría hecho con el doctor Moreno». Es una de las tantas casualidades o prácticamente es una profecía. Ese es el debate. En las cartas de su hermano, quién viajaba con él, cuenta que el capitán le suministraba medicamentos en exceso sin su consentimiento y las insistencias para que arribase a Rio de Janeiro o cabo Buena Esperanza, no fueron escuchadas.

Hablemos de La Gazeta

Moreno asume el 25 de mayo la Secretaría de Guerra y Gobierno de la Primera Junta y días más tardes sale a la luz la primera edición del órgano difusor de las ideas de La Revolución de Mayo, la Gazeta de Buenos Aires.

Por la defensa de los ideales de la libertad, podemos decir que, en su fundador, se encarna la génesis del periodismo militante.

La Gazeta de Buenos Aires
Primera edición de La Gazeta de Buenos Aires, 7 de junio de 1810

Al llegar el 25 de mayo y ser nombrado sorpresivamente como Secretario de Guerra y Gobierno de la Junta, Moreno ideó un diario para rendirle al pueblo mediante publicaciones semanales en La Gazeta, el accionar de sus gobernantes.  Fiel a sus ideales, en su primera publicación el 7 de junio de 1810 dice “el pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de estos se interesa en que todos conozcan execración con que miran aquellas reservas y aquellos misterios inventados por el poder para cubrir los delitos”.

La primera edición contaba con 500 ejemplares y, si bien tenía una tirada semanal, había publicaciones extras que trataban algún tema de urgencia. Las siluetas de las letras que se introducirían a la máquina de prensa eran de la imprenta Los Niños Expósitos, y habían sido traídas y usadas por los ingleses en su segunda invasión.

En esa época se estilaba acompañar las publicaciones o la portada con una cita en latín de algún pensador. La frase “Rara felicidad la de los tiempos en que pensar lo que se quiere y decir lo que se siente está permitido” no corresponde a Mariano Moreno, sino a Tácito, un pensador romano a quien Mariano Moreno cita en la primera edición y que refleja perfectamente las actitudes con las cuales Moreno se desenvolvería en su multifacética participación en ésta época de la revolución.

Cuando Moreno se aleja del gobierno, y también de sus partidarios, tomó las riendas del diario el Deán Gregorio Funes. Como fiel saavedrista, el contenido de la publicación tuvo un freno el encendido discurso morenista y el diario cambió la frecuencia de sus publicaciones, los martes escribía Pasos Silva sobre Saavedra y los viernes Monteagudo defendía a Castelli. Fue en ese contrapunto donde se da el primer debate periodístico.

La Gazeta se publicó por primera vez el 7 de junio de 1810 y se mantendría viva durante once años, tras cambiar varias veces de nombre y de propietario, el 12 de septiembre de 1821 Bernardino Rivadavia la sustituiría por el Registro Oficial.

La Biblioteca Pública

“Los pueblos compran a precio muy subido la gloria de las armas; y la sangre de los ciudadanos no es el único sacrificio que acompaña los triunfos” escribía Moreno en La Gazeta.

Cuando Mariano Moreno tenía 20 años no podía costear sus estudios. Por la relación que la familia tenía con un alto prelado eclesiástico es que éste consigue ser apadrinado. Su inclinación hacía la lectura desde chico iba a determinarlo en su adultez. En Bolivia estudió teología y abogacía, y para sorpresa de sus padres en 1804 regresa al país recibido de abogado, casado y con un hijo de 8 meses.

Moreno sabía que era necesaria la educación para poder engrosar los cimientos de la revolución. Así lo evidencia la resolución de la Primera Junta de Gobierno, que, alertando sobre la excesiva concentración de jóvenes en las tareas de guerra, creaba la Biblioteca Pública de Buenos Aires el 13 de septiembre de 1810. La primera sede de la Biblioteca Pública, antecedente de la Biblioteca Nacional, se ubicó en las actuales calles de Moreno y Perú

La biblioteca pública tenía como objetivo incitar a los jóvenes a la educación. Bien entrado 1810 y desatada la guerra contra el orden establecido, destacadas figuras de la elite criolla procuraron revertir la peligrosa tendencia que inclinaba a los jóvenes hacia la carrera de las armas en descuido de su educación.

Sin dudas Moreno fue quién le dio color a la época de la revolución, con su carácter e inteligencia, alimentó el contraste. Fue el representante emblemático y el termostato.

Multifacético, ideólogo de La Gazeta y propulsor de la creación de la Biblioteca Pública. En el prólogo de la traducción del “Contrato Social” de Rousseau Moreno dice: “Si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que sabe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía”.

También fueron sus formas “jacobinas” de llevar adelante la “feliz revolución” las que lo llevaron a ser la pieza que hacía ruido en el engranaje. En su discurso el 25 de mayo dijo: “la variación presente no debe limitarse a suplantar los funcionarios públicos e imitar su corrupción y violencia, es necesario destruir los abusos de la administración y desplegar una actividad que hasta ahora no se ha conocido, promover el remedio de los males que afligen al Estado, excitar y dirigir el espíritu público, educar al pueblo, destruir o contener a sus enemigos y darles nueva vida a las provincias”.

El ruido y la incomodidad que los pensamientos y las acciones que Mariano Moreno lograba, es de cepa periodística, es de rebelde. Años antes de que sucediera la fundación de “La Gazeta”, cuándo ejercía como abogado, ya había intentos de callarlo mediante ofertas de llevarlo a España, ofertas que él rechazaría en pos de la libertad.