“En la Argentina, en los últimos meses, se ha observado una escalada significativa de trolling contra mujeres periodistas, pero con una particularidad: las agresiones ya no solo provienen de usuarios no verificados o bots, sino también y principalmente de cuentas verificadas y de integrantes del dispositivo de comunicación oficial, quienes utilizan sus cuentas personales en las redes sociales (especialmente las de X) para multiplicar mensajes que descalifican y desacreditan la credibilidad de estas comunicadoras”, expresa el informe realizado por el colectivo Mujeres Argentinas que lleva como título “Ciberacoso a periodistas mujeres: la tecnocensura”.
La descripción de los ataques contra periodistas mujeres enciende las alarmas sobre prácticas que buscan disciplinar, callar, atentar contra la libertad de expresión y la democracia. “El ciberacoso se ha convertido en una práctica sistemática que afecta gravemente a las mujeres periodistas”, afirma el informe presentado el lunes pasado.
Toma 16 casos que ejemplifican cómo funciona el sistema de silenciamiento a mujeres periodistas. Entre ellas están Luciana Peker, Ivy Cángaro, María O’Donell, Marina Abiuso, Nancy Pazos, Delfina Celichini, Mónica Gutiérrez, Cecilia Bouflett, Ángela Lerena, Jesica Bossi, Sofía Diamante, Silvia Mercado, Luisa Corradini, Paula Moreno Román, Julia Mengolini y Romina Manguel.
Las periodistas profesionales argentinas que han sufrido acoso en la red y las situaciones que han enfrentado cada una de ellas tienen características en común:
● Son comunicadoras que informan, comentan y opinan sobre política y economía.
● Generalmente, los ataques no los originan sus opiniones personales sino la
información que producen en sus medios y comparten en sus redes sociales.
● En la mayoría de los casos que citamos en este informe, el ataque ha sido
iniciado o replicado por el Presidente de la Nación, Javier Milei, desde la red X, lo
cual ha derivado en una campaña de trolling muy agresiva en el día del posteo,
que se mantiene a lo largo del tiempo con menor intensidad.
● En muchos de los casos, el ataque ha afectado también la relación periodística
de estas profesionales con funcionarios y fuentes oficiales.
● La violencia escala tanto y tan rápido que deciden alejarse de las redes o no
responder.
● Algunas decidieron usar sus redes sociales de manera unidireccional, solo para
informar a su comunidad, pero sin mantener interacciones.
● No creen que sea personal, aunque sí disciplinador.
● Coinciden en que hay un impacto sobre la libertad de expresión
Un informe realizado por el sitio Chequeado puntualiza que, en Argentina, las periodistas afectadas señalaron en encuestas que estos ataques son coordinados y provienen de perfiles antifeministas. También identificaron que una parte de las agresiones surgen de cuentas verificadas de dirigentes de partidos, grupos políticos u otros periodistas.
Un tercio de los ataques tienen un fuerte contenido misógino, seguido de los insultos referidos a la posición política y a la apariencia física de la damnificada; los relatos de las periodistas muestran los efectos de la violencia en línea y que tienen consecuencias en su salud mental, autocensura con disminución en la cantidad de publicaciones y hasta el cierre de sus cuentas en las redes sociales. Y otro dato relevante es que las mujeres reciben una mayor cantidad de ataques por publicación que los varones.
De acuerdo a un informe de ONU Mujeres y la Alianza Regional por la Libre Expresión e Información, que menciona el informe, el 80% limitó su participación en las redes: ha omitido opinar o manifestarse sobre determinados temas y el 40% manifestó haberse autocensurado,
La presentación del colectivo explica la cultura del ciberacoso y del término troll que “nace en Usenet, una comunidad online en la cual aparecieron los primeros, con el objetivo de provocar a otros usuarios”. Todo cambió en los últimos años: en la actualidad, su uso está industrializado y tiene como finalidad aquello que el periodista mexicano Alberto Escorcia denomina “tecnocensura”: no se trata ya de alguien oculto detrás de un falso perfil, sino de un mecanismo financiado para producir desinformación. Y, “en los últimos años, la industria del ciberacoso ha tenido, además, un incentivo y es que las nuevas tecnologías son manipuladas para que los mensajes de odio adquieran mayor magnitud”.
Insulto, sarcasmo, imposición, deseo de dañas, objetivación sexual, difamación, amenazas, instigación a la violencia son las categorías que incluyen dentro del concepto de trolling y son parte de los ataques que no representan hechos aislados.
El colectivo pide al Estado que “refuerce el marco legal para que restrinja el acoso en línea a periodistas y que la legislación se aplique estrictamente e imponga obligaciones a las plataformas en lo relativo a la transparencia de los algoritmos y el uso de ejércitos de robots que amplifican los ataques para que respeten los principios de la libertad de expresión y de información, sin que esto implique controlar los contenidos ni censurarlos”
Solicita que se “instaure dispositivos de resarcimiento de daños y perjuicios para las víctimas de ciberacoso (indemnización financiera, ayuda médica y psicológica, etc); y que prohíba financiar este tipo de agresiones para intentar influir en la opinión pública o para atacar a personas en línea; en otras palabras, que no se permita ni al Estado ni a los partidos políticos pagar ejércitos de robots para manipular a los usuarios ni para acosar a periodistas.