Hay quienes, en su afán berreta de mostrarse tolerantes, se empecinan en llevar el concepto de la verdad al campo de lo relativo. Como si, desde ahí, todo pudiera ser cuestionado dependiendo del ojo con que se lo mire. Algo así como sostener que el gusto es subjetivo y que responde a una sensibilidad única que es inerte a todo ser humano, a tal punto de no tomar en cuenta sus orígenes, o las genéticas culturales, las descendencias étnicas y los contextos económicos y sociales. No hay mentira posible sin relativización, donde toda rigurosidad científica deja de tener sentido, y cualquier hipótesis, por más falaz y estúpida que sea, es defendida como una verdad. Así funciona el gobierno nacional. Situación que le permite relatar como ciertos, hechos que no suceden.
“Los salarios le están ganando a la inflación”, dijo Milei. La inflación bajó al 4,2%, pero, la verdad, y lo más importante, es que también bajó el poder adquisitivo. Desde que gobiernan los libertarios la brecha entre el acumulado inflacionario del 71,9% y el poder de compra, que sufrió una caída real del 17% con respecto a noviembre de 2023, se amplió. La economía cayó un 1,7% en relación a abril del 2023 y el Banco Central sigue vendiendo dólares con 46 millones en rojo durante junio. Sin embargo, una especie de sobredosis de esperanza en sus seguidores se pasa de rosca y decide creerle a su líder.
Es interesante, y a la vez dramático, ver el nivel de disociación que hay entre la falsa épica que se dice a los gritos y lo que pasa en el país real. “Milei es hoy el referente mundial más importante y está liderando una revolución liberal global sin precedentes”, imaginan y salen a decir sin sonrojarse quienes, aunque cuerdos, le siguen el juego por interés o por poder a la napoleónica fantasía que construye el presidente. Los viajes al extranjero no son más que una pantomima, porque con recursos del Estado, Milei arma agendas personales inventando visitas pseudoficiales para justificar los costos. Esos viajes no trajeron a la Argentina ni un solo dólar, es más, solo conflictos en los países donde la bilateralidad presidencial se redujo a insultos y chicanas.
En Alemania el anfitrión fue Fernando Iglesias, mientras que en Praga el Instituto Liberal presidido por Martín Pánek, negó haberle entregado a Milei el premio anual de la institución. “Estamos en contra de sus medidas contra las drogas, el aborto y las manifestaciones públicas”, dejando entrever lo que a diario se ve, el conservadurismo de Milei que socava las libertades individuales y los derechos adquiridos emulando, casi, a la Argentina de finales del siglo 19. Mientras tanto, en su fantasía más pretenciosa y narcisista el presidente pide en público que le entreguen el Premio Nobel de economía, levantando el guante, paradoja mediante, del genial y siempre converso Daniel Scioli. Todo es abrumador.
El superávit fiscal, meca vulgar de esta gestión, ya que son nueve las provincias superavitarias con Santa Fe a la cabeza y que, aún así, no pudieron resolver todos sus problemas, alberga dos mentiras puntuales: Primero, que no se logró administrando mejor y ajustando a la casta -Adorni nombró a 100 asesores para comunicar estas mentiras con un gasto de 135 millones de pesos mensuales-, sino que fue posible en un 35% a base de un ajuste brutal a las jubilaciones, mientras que el resto fue a fuerza de no enviarle los recursos a las provincias, no pagarle a Cammesa, generando una deuda con la mayorista de energía de 1,06 billones de pesos, trasladando parte de esa deuda a los usuarios con los nuevos tarifazos y echando a trabajadores del Estado, entre otras cosas; y segundo, que lograr el superávit fiscal no garantiza el éxito económico de un país, pero suena bien después del despilfarro de algunos sectores de la política generando asimetrías sociales que fueron enojando con justa razón a la sociedad. Si hasta Martín Redrado se lo marca diciendo que “la apreciación del peso fue en base a operaciones financieras y no en el sector productivo. Faltan inversiones reales”. La Ciudad de Buenos Aires es la más deficitaria y, a su vez, la más rica, porque recibe de todas las provincias que producen sin generar nada. Y, aun así, es una ciudad donde la educación, por ejemplo, es la mejor en Latinoamérica y referencia en el mundo. Estados Unidos, el país faro de Milei, sin embargo tuvo un déficit de un 13% más según febrero del 2023. China, Italia, Alemania, son países deficitarios y proteccionistas y Milei los proclama, pero hace todo lo contrario.
Las respuestas a esa esperanza sacrificial de los pobres y de la ex clase media, está condensada en la Ley Bases. Según el gobierno, es lo que el país necesitaba para salir adelante. Pero, hurgando en ella sin tanto esmero y con apocada fe, despojado de prejuicios y respetando la legitimidad de lo que la gente eligió, nada de lo escrito y votado favorece, al menos de manera explícita, a la gente común. Todo beneficia a la casta financiera. El impuesto a las ganancias lo pagarán los trabajadores, pero los bienes personales de los ricos, no se tocan. Las empresas que accedan al RIGI pagarán un 10% menos de ganancias, dejando tan sólo un 3% de regalías mineras al Estado, mientras que la PyMEs –Sin RIGI ya cerraron 3.559 en la era Milei- seguirán sometidas a la misma presión fiscal, pero con multinacionales produciendo en el país con derechos adquiridos por 30 años que, de ser afectados por futuros gobiernos, dirimirán sus querellas en tribunales internacionales que, ya sabemos, siempre fallan en contra del país.
La modernización laboral no es más que una involución. Las empresas podrán probar empleados cada seis meses, eso les implica la facilidad de aplicar dos rotaciones anuales de empleados, pudiéndolos echar evitando todos los compromisos laborales. Esto se entiende como una venganza al peronismo, pero atacando a sus seguidores, o al menos, a todos aquellos que alguna vez gozaron de los derechos laborales, sociales y educativos, sean peronistas o no.
Pese a todo, su público aplaude sin detenerse un minuto a pensar cuál es su propio beneficio. En definitiva, es el país tiktoker a manos de un presidente que, a partir ser requerido por el mundo bizarro como un fenómeno llamativo, tiene la fantasía de ser un líder mundial con aires mesiánicos y quijotescos.
Es el país que busca en la no verdad, evadir las angustias que las verdades maltrechas de la democracia y de la política, fueron ocasionando a lo largo de su vida.