Anoche, en un anuncio sorprendente, el periodista Luis Majul reveló que Javier Milei ya tendría en mente un interventor para la provincia de La Rioja. Esta amenaza de intervención federal no es un caso aislado. Durante las protestas salariales que padeció la provincia en enero ya se expresaban los deseos libertarios de que la provincia fuese intervenida y el conflicto entre Milei y Quintela viene escalando junto a la afrenta contra todos los gobernadores evidenciada por las recientes tendencias en las redes sociales donde en una semana se ha discutido sobre intervenir Jujuy y Chubut. El enfrentamiento entre el gobierno nacional y las provincias parece no tener límites, incluso con el presidente mencionando públicamente la posibilidad de un estado de sitio.

Sin embargo, las acciones de intervención federal están reguladas por la Constitución Nacional, que desde 1994 requiere una mayoría calificada en el Congreso para su aprobación, justamente para evitar que el ejecutivo pudiera tomar decisiones precipitadas basadas en caprichos políticos tras una basta historia de intervenciones por decreto en el pasado de nuestro país.

La situación en La Rioja se agrava por el pedido de la provincia a la Corte Suprema que declare inconstitucional el DNU de Javier Milei y que este lunes La Rioja demandó al Estado Nacional ante la Corte Suprema de Justicia para que el gobierno Nacional le transfiera más de 50 mil millones de pesos que le adeuda. Actualmente Quintela intentó conversar con los acreedores del bono verde por la dificultad que tienen para pagar 26 mil millones de pesos que forman parte de una deuda que La Rioja adquirió dos gestiones atrás y que vence en 2028. Paralelamente hoy la provincia trabaja en la reglamentación de un el Bono de Cancelación de Deuda, el Chacho, para enfrentar este escenario de emergencia financiera con 22,500 millones que se utilizarán para poder afrontar con las obligaciones salariales.

Los cruces entre Quintela y Milei han sido numerosos, evidenciando una profunda división política y un ambiente de confrontación constante, llegando al punto tal, que ante la insistencia de renuncia del gobernador Ricardo Quintela a raíz de lo expresado durante la campaña advirtiendo la posibilidad de padecer el escenario actual, el gobernador riojano replicó: «voy a renunciar cuando él se corte los brazos» haciendo alusión a las palabras de Milei cuando antes de acceder al poder sostenía que «antes de subir un impuesto, me corto un brazo».

La circunstancia en La Rioja es solo un reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta Argentina, con tensiones políticas y económicas que amenazan con desestabilizar aún más al país. Mientras tanto, la ciudadanía queda atrapada en medio de disputas de poder que parecen distanciarse cada vez más de las necesidades reales de la población.