El investigador Juan Carlos Manchiola desanda los caminos de Fray Bernardino Gómez que en el siglo XIX supo valorar el arte indígena y fundó en La Rioja el Museo Inca Huasi.
Bernardino Gómez nació el 17 de diciembre de 1878 en Los Reales, provincia de Córdoba. Se educó en su ciudad natal e ingresó al Convento San Francisco de Asís en 1896, donde fue ordenado sacerdote en 1905. Se desempeñó en el Convento de Córdoba y fue designado director del Colegio San Buenaventura desde 1905 a 1914, en donde, durante su permanencia en el cargo fundó un pequeño museo de carácter arqueológico.
Al año siguiente se trasladó a Santiago del Estero y luego a Tucumán. Finalmente, al padecer asma crónica fue trasladado de manera definitiva a la ciudad de La Rioja por prescripción médica. Llegó al Convento San Francisco de Asís el 19 de junio de 1919, en donde permaneció hasta su muerte en 1961.
El Museo Inca Huasi
El Museo Inca Huasi fue fundado en 1926. La idea de crear una colección arqueológica se había gestado en su mente un año antes, durante una visita a la localidad de Pinchas, en donde dos hermanas coleccionistas le habían donado objetos.
La disciplina era una atractiva novedad. Apenas veintiún años atrás había sido la primera expedición arqueológica argentina en Pampa Grande de la mano de Juan B. Ambrosetti, quien es considerado junto a su discípulo Salvador Debenedetti uno de los pioneros en el país.
Fray Bernardino conoció los trabajos que realizaron, así como los del sueco Eric Boman y los de Joaquín V. González, y consideró que la provincia debía ser explorada más profundamente.
Fray Bernardino no fue el único entusiasta de la arqueología. Durante la década del 30, otros religiosos como el R. P. Baudilio Vázquez en Santa María, el padre Salvador Narváez en Catamarca, y el R. P. Oscar J. Dreidemie en Jesús María se abocaron a la recolección de objetos de civilizaciones antiguas, así como otros muchos coleccionistas privados que movilizaron recursos propios.
El Ingeniero Carlos Vallejo, gobernador de La Rioja entre 1932 y 1935, donó su colección privada al Museo Inca Huasi y promovió la construcción de un nuevo edificio.
Fray Bernardino realizó una tarea de concientización sobre las piezas arqueológicas y consiguió que muchos lugareños voluntariamente entregaran lo que habían encontrado. En otros casos, sin embargo, hubo resistencias que el religioso, en ocasiones, ignoró.
Las expediciones del sacerdote, aunque asistemáticas y carentes rigurosidad científica, lograron conservar un importante acervo cultural. Esas riquezas, sostuvo Fray Bernardino, son “patrimonio exclusivo de La Rioja y por ningún motivo deben salir de ella”.
A la manera de un arqueólogo que desentierra el pasado, Manchiola rescata la figura del sacerdote para que pueda ser reconocida y valorada, además de en su provincia, en todo el país.
Fuente: Clarín