Sin el traspaso de Bolsonaro, Lula asume su tercer mandato 

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El Pendulo
Periodista

Más de 300.000 personas, 17 jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos el presidente Alberto Fernández, y otras 65 delegaciones extranjeras son esperadas este domingo en Brasil. La fiesta en la Explanada de los Ministerios estará acompañada de un operativo de 12.000 hombres de seguridad.

En un Brasil que girará de la ultaderecha a la centroizquierda, Luiz Inácio Lula da Silva asumirá este domingo su tercer mandato presidencial con la atención puesta en atender un foso social y político dejado por el excapitán Jair Bolsonaro, quien partió hacia Estados Unidos y deja un amplio sector del electorado que pidió activamente un golpe de Estado que no tuvo eco en las Fuerzas Armadas.

Más de 300.000 personas, 17 jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos el presidente Alberto Fernández, y otras 65 delegaciones extranjeras son esperadas en la gran fiesta del regreso del exsindicalista metalúrgico que es el principal protagonista de la política brasileña desde fines de los años 70. De hecho, mañana se convertirá en el único Presidente que llega a un tercer mandato en la historia del principal socio comercial de la Argentina.

“Hemos recibido un legado perverso. Recibimos el país en peores condiciones que en 2003”, dijo Lula recientemente antes de presentar a su gabinete de ministros, durante los trabajos del equipo de transición en el Centro Cultural Banco do Brasil, en Brasilia.

Es por eso que la tensión tras la campaña más violenta y la polarización provocó un operativo de 12.000 hombres de seguridad para la ceremonia de asunción, que estará acompañada por el Festival del Futuro, una fiesta con más de 65 artistas en dos escenarios montados en la Explanada de los ministerios.

La situación es de alto impacto de seguridad debido a que el 12 de diciembre, cuando Lula fue diplomado ante la Justicia electoral, decenas de ultraderechistas salieron a quemar vehículos y destrozar la sede de la Policía Federal en Brasilia en señal de protesta.

El pico más alto de un temor de atentado contra Lula se registró hace una semana en Brasilia, cuando un empresario que confesó estar incentivado a adquirir armamento por Bolsonaro fue detenido luego de haber puesto dinamita en un camión tanque para volar el aeropuerto internacional de Brasilia Juscelino Kubitschek.

Acusado de “terrorismo”, Georges Washington Souza dijo que su objetivo era “generar caos” y buscar “un estado de sitio” que impidiera asumir a Lula, una figura que ganó tres de las seis elecciones que disputó y que ha renacido tras 580 días de prisión injusta como parte de un movimiento de lawfare a caballo de las operaciones contra la corrupción en la estatal Petrobras.

Otro interrogante de la seguridad es si Lula usará chaleco antibalas o si desfilará desde la Catedral hasta el Congreso, un trayecto de 2 kilómetros, en el clásico Rolls Royce de la Presidencia o en un vehículo blindado.

Brasilia se transformó en las últimas semanas en un peregrinar inédito de militancia sobre todo del Partido de los Trabajadores (PT), para ver -tal vez por última vez- al gran actor nacional y global brasileño de toda la historia subir la rampa del Palacio del Planalto. Ya lo había hecho en 2003 y 2006, cuando se transformó en el primer obrero en llegar a ser Presidente con apenas educación primaria completa, teniendo como formación la de tornero mecánico.

Para este domingo, el país vivirá un momento inédito: por primera vez desde la redemocratización en 1985 tras 21 años de dictadura militar, el mandatario saliente -salvo los casos de impeachment- se niega a pasarle la banda a su sucesor.

Bolsonaro repetirá lo que hizo el úlitmo dictador, el general Joao Baptista Figueiredo, con José Sarney: negarse a participar de los actos de transmisión del mando. Tampoco quiere hacerlo su vicepresisdente, Hamilton Mourao.

Fuente: Télam