Quisiera poner en relieve ciertos acontecimientos de la política riojana que de seguro no han pasado inadvertidos, pero que conviene insistentemente subrayar y para ello van a servir diversos conceptos de la filosofía política. En primer lugar, el de ‘gubernamentalidad’ de Foucault, que es amplio, pero que, en uno de sus sentidos, que ahora nos interesa, hace referencia a las instituciones, los procedimientos y tácticas que permiten ejercer el poder de un modo determinado. El concepto nos permite visualizar el cómo del “Arte de gobernar”, lo cual es importante porque no reduce lo político a sus condiciones objetivas o económicas.
En breve, si bien es verdad que las condiciones objetivas y el gobierno poseen una correlación, también es cierto que, en determinadas coordenadas objetivas dadas, caben diferentes lógicas de gobierno. Las condiciones económicas de otras provincias del noroeste y otros gobiernos peronistas riojanos son análogos, pero nuestro gobierno actual ha dado cuenta de rasgos distintivos que yo llamaría, desde el punto de vista de la lógica de gobierno: creatividad política. En principio, este concepto parece ser demasiado literario como para tener peso en el apremiante mundo de las decisiones de gobierno, pero tal modo de ver el asunto es un error. Por el contrario, creo que la falta de creatividad política significa, entre otras cosas, que se pueden pensar, la repetición del status quo que, en la mayoría de las provincias y de los Estados de Latinoamérica, significa la reproducción de la pobreza y la desigualdad.
«Por el contrario, creo que la falta de creatividad política significa, entre otras cosas, que se puede pensar la repetición del status quo»
Un político profesional riojano, en una cena, me dijo: “en política hay que ser pragmáticos”. En aquella ocasión no dije nada, pero nunca olvidé la sentencia que significa, no absolutamente, pero sí en gran medida, una oda a la reproducción del estado de cosas y, por ello, al conservadurismo. La creatividad política, como estoy tratando de entenderla, es justamente lo contrario, e implica, no una suerte de adaptación al medio sino una irrupción en él a través de una acción que exige imaginación y coraje.
Nuestra política cuenta con múltiples miserias, por ello, cuando toma vuelo y relieve, hay que enfocar con todas las luces para que el acontecimiento abra horizontes y sirva de ejemplo. Hace tiempo, reseñé la veracidad del discurso político de Hilda Aguirre de Soria con el que fundamentó su voto positivo al proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo. Con ese discurso, llegó a nuestra política actual un modo de hablar que se corría de la norma según la cual la palabra pública debe sostener lo que quiere escuchar el electorado: especie de pacto tácito en donde al final no se dice nada. Lo que quiero sostener es que en la creatividad política se encuentra la verdadera política.
«La creatividad política, como estoy tratando de entenderla, es justamente lo contrario e implica, no una suerte de adaptación al medio, sino una irrupción en él a través de una acción que exige imaginación y coraje»
El viejo Marx, en uno de sus punzantes escritos cortos, hizo una distinción que ahora puede servirnos. Aprovechando la reseña de un libro de la época, introdujo su crítica a los derechos liberales y estableció, según entiendo, una distinción entre lo político y lo policíaco. Llamó policíaco a todo lo que tiene que ver con la seguridad del individuo egoísta y su propiedad; básicamente, a todo el orden político burgués, y dejó lo político del lado de la revolución. El corte es radical, nada de lo que entendemos por política, todos aquellos que vivimos en sociedades democráticas y liberales, lo es, sino que, en cambio, es mera administración, es seguridad, es policía. Semejante modo de ver las cosas nos permite, reformulando un tanto los términos, distinguir la política de lo meramente administrativo.
Momentos políticos en este sentido hay pocos y son cruciales; la administración, en cambio, tan necesaria, diaria y profana, es cosa de todos los días. Hay que ser claros: en algún sentido, la administración es política, pero lo político en estado puro vibra en aquellas decisiones que le toman el pulso al presente y se proyectan en la historia. Para lograr eso, decía Maquiavelo, hay que tener virtú. Este concepto ligado a la acción política, es polisémico en la obra del secretario florentino, pero atendiendo a cómo lo define Skinner tenemos una puerta de acceso. Afirma: “Para Maquiavelo, como para los demás humanistas, el concepto de virtú es aplicado así para denotar la cualidad indispensable que capacita a un soberano a desviar los dardos y flechas de la fortuna adversa, y a aspirar, por consiguiente, a alcanzar el honor, la gloria y la fama.” Desviar los dardos de la fortuna es torcer la coyuntura y lograr el honor, la gloria y la fama es actuar con perspectiva histórica. En nuestros términos, diríamos que se trata de tener “creatividad política” frente la adversidad, torciendo lo que parece necesario para convertirlo en lo posible.
«Desviar los dardos de la fortuna es torcer la coyuntura y lograr el honor, la gloria y la fama; es actuar con perspectiva histórica»
Teniendo en cuenta, entonces, que existen diversas lógicas de gobierno a pesar de las condiciones dadas, de que lo político se constituye con actos creativos que durante periodos enteros de tiempo pueden no darse y de que su aparición depende del sentido de la oportunidad política, propongo que se vea tanto el pedido del gobernador Quintela a la Corte Suprema que declare la inconstitucionalidad del mega DNU del presidente Javier Milei, como la emisión de la cuasimoneda BOCADE, como actos de creatividad política que no se dejan doblegar por los dardos y flechas de la fortuna adversa. Hay que pensar que más de un gobernador se encuentra en las mismas condiciones estructurales, y, sin embargo, aun teniendo la misma mirada que el nuestro, sobre el DNU y el sufrimiento que generará el feroz ajuste, están especulando para ver cómo administran la pobreza o sencillamente no encuentran el modo de hacer política en el sentido que aquí se propone.
La cuestión del pragmatismo es comprensible y sin una dosis de tal sabiduría no se puede gobernar. Cabe pensar también que estas acciones disruptivas pueden ser disciplinadas por la conducción libertaria cuya actitud extorsiva y patoteril –producto importado, copiado de Trump– puede traer desventura a los riojanos. Pero al mismo tiempo es posible que, desde estas acciones, cuya trascendencia han tomado notoriedad nacional, se empiece a articular la disputa política que es necesario dar. El DNU es inconstitucional y el plan económico pauperiza a las clases populares y las dos acciones políticas señaladas buscan generar un consenso nacional en tal sentido.
«Cabe pensar también que estas acciones disruptivas pueden ser disciplinadas por la conducción libertaria cuya actitud extorsiva y patoteril –producto importado, copiado de Trump– puede traer desventura a los riojanos»
Puedo adivinar la mirada irónica de algún lector que piensa que la política riojana se encuentra muy por debajo de lo que la acabo de situar. A él le diría que existen lógicas e instancias pasadas y actuales de la gubernamentalidad quintelista que son criticables y que al adversario libertario, radical y simpatizante del Pro le cabe ir al detalle. Pero, sin embargo, impugno su actitud mezquina que cree que desde aquí no se pueden hacer cosas grandes. No hay que ceder ni un centímetro a esa forma de mezquindad autoflagelante porque esconde identidad negativa y resentimiento.
Woody Allen tiene una película llamada Match Point que comienza con una imagen en cámara lenta donde una pelota de tenis rebota en la red y se eleva. La pelota queda congelada en el aire y una voz en off plantea que según caiga de un lado o del otro después del rebote, cambiará el resultado del juego. Se trata de un punto decisivo. A las acciones políticas, a diferencia de las éticas o morales, se las evalúa por sus consecuencias. La pelota está en el aire, debemos esperar. Mientras tanto, en este improvisado y desquiciado tiempo libertario hay que disfrutar del hecho de que la política sigue siendo posible.