Por segunda vez me ha llegado información de una conducta que me deja perplejo. En estas semanas el gobierno nacional actual canceló los beneficios de miles de ciudadanos riojanos de escasos recursos que cobraban el Potenciar Trabajo por una supuesta incompatibilidad, en nuestra provincia, con la Beca Laboral. Beca que constituye, por cierto, el primer escalón de la carrera administrativa. La conducta en cuestión se trata de un escrache en alguna red social. Resulta que anda girando un PDF de más de cuatrocientas páginas con los nombres de quienes fueron dados de baja del Potenciar Trabajo y a algunos ciudadanos se les ocurrió subir las páginas en donde se encontraba tal o cual persona que conocían y escracharla. Incluso tomándose el trabajo de capturar el nombre de la persona desafectada para postear su imagen. A quien esta acción no lo deje desconcertado puede dejar de leer ahora.
Comencemos por la práctica del escrache, podría definirse muy escuetamente como una forma de sanción social que tiene en la Argentina antecedentes respetables. Fue, por ejemplo, la forma que hallaron los movimientos de Derechos Humanos y las víctimas de Terrorismo de Estado de castigar, de alguna forma, a sus victimarios. Los feminismos, luego, usaron el escrache digital para denunciar a los abusadores. Lo que tienen en común estos escraches es que vienen a suplir la falta de justicia estatal. Las víctimas, en uno y otro caso, no encontraron respuestas en la justicia y recurrieron a esta sanción social como castigo. Ahora bien, uno podría preguntarse ¿Cuál es la injusticia denunciada ahora? ¿Cuál es el motivo presupuesto de quien se toma el tiempo de realizar la operación? Muy presumiblemente este: “las personas que fueron dadas de baja estaban incompatibles, cobraban, por lo tanto, de modo ilegal y merecen una sanción social como el escrache”. Por supuesto no se lo piensa así, funciona más bien como un acto reflejo del sentido común, pero con toda probabilidad este es el razonamiento que de modo confuso allí se condensa.
«Comencemos por la práctica del escrache, podría definirse muy escuetamente como una forma de sanción social que tiene en la Argentina antecedentes respetables. Fue, por ejemplo, la forma que hallaron los movimientos de Derechos Humanos y las víctimas de Terrorismo de Estado de castigar, de alguna forma, a sus victimarios»
Pero pensemos un poco, la incompatibilidad entre dos programas cuyos salarios no generan aportes, obra social, vacaciones ni aguinaldo (esto es, salarios informales) y que exigen cada uno cuatro horas de trabajo, es por lo menos discutible.
No voy a repetir aquí las bases del Salario Social Complementario (Potenciar Trabajo) que pueden encontrarse en Internet[1] , pero si recordar brevemente que su fin es contribuir a la satisfacción de las necesidades básicas de los beneficiarios y sus familias y promover el sostenimiento de las actividades que llevan a cabo, las cuales pueden ser: “proyectos socio productivos, proyectos socio laborales, proyectos socio comunitarios y terminalidad educativa”. Pongamos el caso de un/a joven que percibe una Beca Laboral, cumple una función de cuatro horas y con el Potenciar Trabajo termina la universidad. Tal persona ¿está incompatible? Del reglamento cuyo link he dejado arriba no se deduce esto y de la razonabilidad de la situación, tampoco.
En educación, por ejemplo, ámbito en donde me muevo, hay quienes plantean que existe incompatibilidad entre una dedicación horaria completa en el sistema universitario y algún otro trabajo registrado; sin embargo, existe jurisprudencia que afirma que la única incompatibilidad que existe es la de horario. Si no hay superposición horaria, sostiene esta posición, no existe tal incompatibilidad. Y estamos hablando de dos trabajos formales con una dedicación horaria mayor. Además, ¿cuántos argentinos tienen hoy dos trabajos? El presupuesto es que la Beca Laboral y el Potenciar Trabajo no son trabajo, tal presupuesto además de ser, desde el punto de vista de su génesis, una construcción de los sectores de derecha, es falso. Son, en realidad, dos trabajos en donde se presta servicio x cantidad de horas cumpliendo, en muchos casos, funciones administrativas y en otros, otras funciones, tal como la norma lo permite.
«El presupuesto es que la Beca Laboral y el Potenciar Trabajo no son trabajo, tal presupuesto además de ser, desde el punto de vista de su génesis, una construcción de los sectores de derecha, es falso»
Es decir, el escrache se sostiene sobre dos presupuestos, uno francamente rebatible porque lo de la incompatibilidad es una decisión política que responde a un determinado modo de comprender nuestra vida colectiva y a uno falso, que sostiene que estos programas no son trabajo.
Pero el punto más viscoso de este “nuevo escrache mileista”, es que refleja un ensañamiento de pobres contra pobres. Es muy fácil stalkear a una persona y saber a qué “clase” pertenece y ello porque la auto-exhibición digital se ha vuelto nuestra regla de vida. He visto con verdadera consternación como personas humildes se burlan de personas de su misma condición por haber perdido la mitad de sus ingresos: “Ja, ja, ja, anda a laburar” le dice una “amigx”/conocidx al otrx haciendo alarde de franca crueldad. Quizá no se trate solo de gente pobre, pero sí de personas que, en la mayoría de los casos posee ingresos medios (hoy devaluados y más cerca de la pobreza). La situación, para decirlo de una vez, es la siguiente: pobres castigando a otros pobres. Pobres que se toman el tiempo de escrachar a gente que se volvió aún más pobre. La burla a quien ha perdido su sustento es cosecha mileista, síntoma del tiempo fuera de quicio que estamos viviendo.
«He visto con verdadera consternación como personas humildes se burlan de personas de su misma condición por haber perdido la mitad de sus ingresos»
Son múltiples los resortes que operan en una persona que se toma el tiempo de hacer algo así, operan diversas razones de orden global vinculadas a la condición virtual. Esto ha sido señalado por diversos planteos. Nunca antes se pudo intervenir en el ámbito público desde la comodidad de tu cama y en plena privacidad. Es como si las opiniones privadas se proyectasen en el ámbito público con inmediatez e irresponsabilidad. Pero además de estas y muchas otras razones de época sobre las que tenemos una casi nula capacidad de acción, cabe preguntarnos qué responsabilidad nos toca a quienes pensamos distintos.
«Existe una aceitada red de mercenarios que hace décadas opera de modo organizado motivados por una mezcla de convicción y billetera»
Pero primero hay que decir lo siguiente, no es descabellado pensar que la trascendencia mediática nacional que tuvieron estas supuestas incompatibilidades guarde relación con el pedido del gobernador Quintela a la corte suprema de que declare inconstitucional el DNU del presidente Milei y ello porque, además de periodistas, existe una aceitada red de mercenarios que hace décadas opera de modo organizado motivados por una mezcla de convicción y billetera.
Habiendo dicho esto, estimo que quienes creemos en la política debemos empezar a discutir sobre la corrupción, la eficiencia de los recursos del Estado y los privilegios discrecionales. Nuestra Rioja posee ejemplos lamentables en los tres niveles y al ser un pueblo chico todo adquiere dimensiones escandalosas que funcionan de alimento para quienes militan la idea de que la política y el Estado son un estorbo para el desarrollo de los diversos proyectos de vida y abogan, por ello, por el darwinismo social. El infierno grande del que habla el refrán es, en parte, un asunto de exposición. Cada vez que es palpable la corrupción, la deficiencia y la discrecionalidad en el uso de los recursos del Estado se alimenta tanto el odio social como la idea de que sin Estado y sin política se está mejor. Permítanme ser explícito: un funcionario público riojano (si es de rango medio, peor) no puede tener un auto alemán de alta gama y una camioneta japonesa 4×4. Eso es nuestra responsabilidad, mata la política, genera resentimiento social y le da la razón al adversario. Allí también hay una usina que alimenta la red de resentimiento que está destruyendo el tejido social de las amplias mayorías.