La angustia generalizada, de tanto ser relatada, se ha naturalizado ¿Es esta nueva normalidad un castigo que la sociedad tiene que pagar por haber sido co responsable de los males que azotan a la Argentina? Milei hizo su primera cadena nacional para anunciar un superávit fiscal de 275.000 millones de pesos, es decir, plata que le sobra al Estado por haber gastado menos de lo que recauda, paralizando totalmente la obra pública, generando casi 100 mil despidos en el sector de la construcción, ajustando a las universidades estatales, enviando para su funcionamiento y sin discutir la escala salarial, tan sólo un 70% más que el valor nominal de enero del 2023 con una inflación interanual del 276,2%, echando a 15 mil contratados y ajustando sobre los jubilados que ya perdieron un 42% de su poder adquisitivo en el primer trimestre del año.
«¿Es esta nueva normalidad un castigo que la sociedad tiene que pagar por haber sido co responsables de los males que azotan a la Argentina?»
Son cifras, símbolos numéricos de contabilidad, datos para que los medios puedan armar sus fatídicas noticias que una mitad de la sociedad aplaude. Es que a Milei se le perdona todo. Para sus seguidores, su desquicio es ternura y su violencia, rebelión. No tiene pasado, al menos en la política. Todo es culpa de los gobiernos y de la sociedad que creyó en ellos.
Sin embargo, el tiempo no se detiene en el pasado y comienza a dar su sentencia. La palabra de Milei ya no impacta como antes, su cadena monocorde y tecnócrata midió apenas 27,4 puntos de rating y tuvo muy poco impacto en la sociedad. Además, la marcha en defensa la universidad pública había ganado la centralidad, dejando al presidente en un segundo plano. Ésa fue su segunda derrota. Un encuentro transversal de todas las clases sociales y de las diferentes posiciones ideológicas en defensa del pacto social educativo que hizo recular al gobierno en su campaña de estigmatización contra lo público.
«Sin embargo, el tiempo no se detiene en el pasado y comienza a dar su sentencia. La palabra de Milei ya no impacta como antes, su cadena monocorde y tecnócrata midió apenas 27,4 puntos de rating»
Un recule parecido al de Macri cuando en mayo del 2017 apoyó un fallo de la Corte para beneficiar con el 2×1 a represores de la dictadura. Porque pareciera que lo que el Estado y los gobiernos no supieron consolidar como bases de una nación, lo consiguió la sociedad en 40 años de democracia en lo que se conoce como pacto social. La otra derrota de la semana fue la imposibilidad de aplicar del protocolo antipiquete de Patricia Bullrich, la bandera represiva de la ministra se quebró, duró poco.
«Es que a Milei se le perdona todo. Para sus seguidores, su desquicio es ternura y su violencia, rebelión»
Es que el gobierno de Milei en cuatro meses de gestión, sólo consiguió derrotas, tanto políticas, como sociales. Sin ley ómnibus y con la gente saliendo a las calles, el panorama comienza a preocupar al gobierno. Eso sí, logró una victoria. La de haber instalado un nuevo paradigma donde es normal likear la amenaza de colgar en una plaza pública a la vice presidenta de la nación, aplaudir que muchas personas se queden sin trabajo, celebrar las privatizaciones y el desguace de lo nacional, abrir las importaciones para destruir a las PyMEs que conforman el 80% del entramado productivo nacional, burlarse públicamente de los que piensan distinto, incluso entre los propios, aceptar con indiferencia que mueran los pacientes oncológicos, en fin, un nuevo sentido común al límite de lo humano.
«Es que el gobierno de Milei en cuatro meses de gestión, sólo consiguió derrotas, tanto políticas, como sociales. Sin ley ómnibus y con la gente saliendo a las calles, el panorama comienza a preocupar al gobierno. Eso sí, logró una victoria. La de haber instalado un nuevo paradigma»
Milei, a su vez, inventa para sí mismo una realidad paralela, que además verbaliza, donde la inflación le gana a los salarios y el superávit fiscal es un ejemplo mundial y la marcha del martes, un triunfo de la Libertad Avanza. La semana arranca con el tratamiento de la frustrada ley ómnibus, esta vez con la mitad de los artículos, con la reforma laboral como uno de los debates principales y con un final abierto en su consenso.
Mientras tanto, el peronismo.
Reapareció Cristina en Quilmes demostrando que, a fuerza de experiencia en la gestión y pasión por la política, es la dirigente más formada. Amparada en la retórica violenta y verborrágica de Milei, se permitió un léxico un tanto más canyengue. Sin embargo, sus discursos y conceptos ya no tienen el mismo impacto, ni hacia adentro, ni hacia afuera. Su renuncia a toda candidatura y la inhabilitación para ocupar cargos públicos, aún sin sentencia firme, produce en su militancia un efecto protector desde la reflexión más que desde la acción. Aún así logró polarizar con Milei, cuya incontinencia virtual a la hora de responder, no falla.
Además, el kirchnerismo, pasó de ser la referencia justicialista que ostentó el poder durante 12 años, a ser una fracción más de un peronismo que comienza a organizarse mediante células dispersas, pero conectadas entre sí, tanto para coincidir, como para cruzar fuegos. Así, a los gritos, Guillermo Moreno, que en su aventura solitaria crece en las encuestas, les exige una autocrítica a los que fueron parte del fracaso y le dice Kicillof que si quiere ser candidato le pida disculpas a la sociedad por los errores cometidos. Por su parte, el gobernador bonaerense, se atrinchera en la provincia y se dedica a ganar robustez política más allá de los designios de La Cámpora. Mientras tanto, Juan Grabois, el referente social más combativo, se encolumna detrás del proyecto Kicillof 2027 y anticipa su candidatura a diputado nacional para el próximo año.
El gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, comienza por el principio y, desde Jujuy, se convierte en el referente más importante del peronismo del interior y del Norte Grande, convocando a la dirigencia con mensaje de unidad: “Que vengan todos, los que están y los que estuvieron”.