Poner en palabras en todos los espacios que pasa con el deseo, la libertad, la abnegación, la culpa, los cuidados, el empleo formal e informal, los cuerpos, las violencias, el modelo establecido de familia, pone en perspectiva las desigualdades estructurales históricas, culturales y políticas en el ejercicio de la maternidad.
Cuestionar, reflexionar sobre los estereotipos de género respecto de la maternidad habilita la construcción de nuevas narrativas que visibilicen la diversidad de experiencias en relación a la experiencia de maternar pero además lleva a romper con los mandatos impositivos que se convierten en barreras. Poner a circular la palabra o poner en palabras en todos los espacios que habitamos en la sociedad sobre qué pasa con el deseo, la libertad, culpa, la abnegación, los cuidados, el empleo formal e informal, los cuerpos, las violencias, el modelo establecido de familia, pone en perspectiva las desigualdades estructurales históricas, culturales y políticas.
Las madres destinan su tiempo a trabajos remunerados, domésticos, de cuidado y servicio a la comunidad en simultáneo mientras los padres se dedican casi exclusivamente al trabajo remunerado, según los datos del INDEC de la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (2021). Las mujeres dedican 6 horas y los varones solo 2 horas.
Florencia, Stefanía y Leila compartieron sus experiencias y reflexiones sobre los estereotipos y la tarea de cuidado, de sumar nuevas miradas sobre las crianzas que no quedan reducidas en el ámbito doméstico, sino que viene a poner en agenda demandas insatisfechas desde lo normativa pero también desde lo cultural porque no hay un solo modelo valido de familia.
“Los estereotipos son parte de la máquina incentiva del capitalismo patriarcal para someter, controlar y oprimir a las mujeres y quien se corre de esos modelos pasa a ser lapidada y catalogada de manera negativa”, opina Leila y operan “sin ningún cuestionamiento, sin ninguna reflexión sobre las condiciones de soledad, exigencias y condiciones bajo las cuales maternamos a lxs hijxs y luego de tus madres y padres”. “los cuidados de todo tipo y de todo orden caen sobre las espaldas de las mujeres llevándonos a extremos de la hipervigilancia estresante y a veces desesperante”, afirma sobre el rol de las mujeres respecto de los cuidados de toda la familia.
Para Stefanía, existe “el mal concepto sobre lo que la sociedad espera de una mujer respecto de la productividad”. “Se espera que una mujer que cumple con las tareas de cuidado y eligió la maternidad debe ser productiva y en realidad hay un mensaje sobre la sobre exigencia” ¿Cuándo una mujer fue productiva?, se pregunta. “Somos productivas cuando cumplimos con las tareas de la casa, del cuidado y laborales. Ser productiva hace referencia a cumplir con las responsabilidades, pero también es necesario pensar que hace referencia al autocuidado a las horas de descanso, al momento de poder dedicar una hora al día a una actividad física”.
“La connotación que tiene eso es una revolución de emociones y aparece la culpa y poder pensar que una madre destina una hora para sí misma y deje de lado algunas de estas obligaciones, que la sociedad espera que cumpla, hace que sea juzgada. Ni hablar de aquellas mujeres que nos encontramos con toda la carga simbólica por el hecho de ser mujer, maternamos y estamos a cargo de nuestros hogares. La lucha por la cuota alimentaria y la búsqueda de las estrategias se convierten en un sistema de supervivencia”.
“Tenemos que reflexionar sobre un en estereotipo actual que es la mujer todopoderosa”, dijo Florencia. “Tiene que cumplir con las tareas laborales y de cuidado y se la representa como una mujer con muchas manos y que sostienen mamaderas, infancias, trabajo, planchas y objetos relacionadas al ámbito doméstico”. Uno de los estereotipos es construir simbólicamente “a una mujer todopoderosa y con cara de felicidad”. “Tienen mayor valor cuando pueden sostenerse en la corresponsabilidad el entorno”, expresó sobre las tareas compartidas.