Los culturales signos vitales en la ruralidad de la Capital riojana

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Gustavo Molina
Periodista

En tiempos de retroceso de las políticas públicas de fomento a la actividad cultural y vecinal, en La Rioja se sostienen acciones que no se rigen al mandato del mercado. El Péndulo visitó la Fundación Praolini, en la zona rural de Capital, donde apenas asoman el bienestar material y el agua, pero donde el arte aporta su cuota de vitalidad.

El programa ‘Culturas Activas’ está orientado a descentralizar y democratizar la cultura, llevando talleres artísticos a organizaciones distribuidas en los barrios de la ciudad capital. Este trabajo en el que está inserta la Fundación ‘Praolini’ se realiza a través de talleres a cargo de docentes y artistas.

El Péndulo se trasladó hasta el predio donde está instalada la Fundación que lleva el nombre del padre Enrri Praolini, para obtener los testimonios de los realizadores de los talleres que tienen como misión transmitir la cultura a través de la música, las artes plásticas y la escritura.

‘Culturas Activas’ es ejecutado desde la Secretaría de Culturas, a través de la Dirección de Innovación Cultural dependiente de la Subsecretaría de Gestión Cultural, a cargo de Nicolás Halkett.

El propio Halkett nos contacta con Carmen Cocha, presidenta de la Fundación ‘Praolini’, quien nos comenta que el programa cultural “es una experiencia maravillosa; el hecho de que el arte llegue a estos lugares donde hay ranchos, que no tienen todas las comodidades; hay casas que no tienen baño. El agua que llega poco. La pobreza que acecha. Por eso, que el arte llegue, y haga que los chicos disfruten de esto, es maravilloso”.

El paraje ya es considerado zona rural, por encontrarse aproximadamente a más de 10 kilómetros del último poblado, en cercanías al Río Las Peñas.

“Hace varios años que Cultura nos está trayendo distintos talleres –continúa Cocha- y los chicos los disfrutan muchísimos porque es la única oportunidad que tienen de hacerlo; y en el futuro ¿quién dice que no pueda salir de aquí un gran artista?”.

La Fundación está abierta de lunes a viernes, desde las 8 de la mañana hasta las 7 de la tarde. Allí, los chicos reciben el desayuno, y luego pasan a clases de apoyo escolar, en la biblioteca, donde tienen su lugar los profes. Al mediodía reciben el almuerzo, y luego a partir de las 3 de la tarde, los chicos se avocan por completo a los talleres artísticos y de fútbol, y la jornada finaliza con la merienda.

“Todo esto, con aportes mensuales que realiza gente amiga. Porque hay un grupo que son amigos de la Fundación, y nos realizan aportes mensuales y con ello estamos funcionando nosotros, y nos permite atender tres aspectos fundamentales: salud, educación y alimentación”, indica Cocha.

La asistencia estatal que recibe la Fundación proviene de la Secretaría de Culturas de la provincia, con las clases de talleres de arte, y entre los que además se cuentan las manualidades, el dibujo, los títeres, etc. El área de Salud Pública realiza aportes de medicamentos; y la parte deportiva con las clases de futbol, la solventa el Municipio de la Capital.

Además, las comunidades de estas instituciones reciben distintas propuestas de los eventos anuales que organiza la Secretaría de Culturas, tales como Feria del Libro, Feria de la Música, Feria de la Danza, Chaya, entre otros, a través de participaciones especiales y programadas, espectáculos  y capacitaciones.  

“Culturas Activas se realiza ante la necesidad de llegar con propuestas culturales a sectores que no cuentan con las posibilidades de realizar este tipo de actividades (ya sea por las distancias o por los costos que implica) o que en general no eligen estas actividades para desarrollar y requieren de cierta motivación”, afirma Halkett.

Los talleres

Facundo Chevallier está a cargo del Taller de Guitarra, todos los lunes a las 18 horas y dice: “más allá de la técnica de la guitarra, lo que queremos es transmitir el acervo de nuestra cultura, por ahí se hace difícil porque los chicos están acostumbrados a escuchar otras músicas, por eso nos enfocamos en cosas bien nuestras como las chayas o chacareras”.

Facundo tiene 12 alumnos, actualmente, en la Fundación Praolini. También da clases particulares, pero enfatiza que es “mucha la pasión que se genera en las clases, al ver el entusiasmo de los chicos por aprender”. Las clases semanales tienen dos horas de duración.

Una de las mamis presentes en el lugar, Fany, mamá de Candela, cuenta que “es muy buena la experiencia que viven aquí los chicos, porque se les estimula a aprender un instrumento, tienen el cierre de actividades en el Barrio Tambor de Tacuarí, y para ellos subir a un escenario nuevamente, se convierte en algo muy importante”. Recordemos que los alumnos tuvieron la posibilidad de estar por primera vez en el escenario del Teatro ‘Víctor María Cáceres’, en el pasado mes de octubre.

Por su parte, Blanca, mamá de Ariana y Ximena dice que sus hijas asisten hace varios años a clases de apoyo escolar, “y este año nos tocó guitarra, y lo felicito al profe Facu que les enseña re bien, y si Dios quiere el año que viene esperemos que siga con las clases”.

Por otra parte, Matías Rumilla, tiene a su cargo el taller ‘Armadores de Historias’ y nos relata que “el taller surge de Culturas Activas con el objetivo de acercar la literatura a chicos y grandes y poder fomentar producciones propias, a través de diversos ejercicios literarios didácticos y pedagógicos para que ellos y ellas puedan encontrar su ‘voz literaria’, dentro de los distintos autores y autoras que vamos trabajando”.

El taller aborda diversos géneros: ciencia ficción, terror, micro relatos, poesía, también biografías de autores de literatura argentina.

“Hemos leído a Cortázar, a Borges, también clásicos como Shakespeare e Ítalo Calvino. Hemos abordado a un exponente local como Daniel Moyano. Creo que es importante hacer una conjunción de temas y de géneros a fin de que se pueda encontrar la propia voz en la escritura”, dice el profe Matías.

Rumilla califica a la experiencia de taller como “muy enriquecedora”, ya que se da un “ida y vuela muy fructífero. Adquieren herramientas a lo largo de distintos encuentros. Uno puede ir siguiendo ese proceso y ayudándolos, en todo lo que implica elaborar un texto que no es solamente desde la parte creativa, sino también en la corrección y elaboración del texto. Inclusive ahora, nos hemos animado a escribir un guión literario para la realización de un corto audiovisual”.

En otro orden, Francisco Leguizamón, profe de percusión sostiene que trabajar con los chicos en la Fundación Praolini, es una experiencia “feliz, y me transmite muchas cosas positivas, porque se descubren nuevos talentos, y enseñar siempre es gratificante”.

Los chicos y chicas aprenden ritmos de batucada y murgas, y luego incursionan en la parte folclórica y en patrones rítmicos más populares como la cumbia.