De Haití a La Rioja, persiguiendo una vocación: ser profesor

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María Vazquez
Periodista

Wilmeus Tamar dejó su tierra de origen para recorrer cerca de 6 mil kilómetros, buscando su futuro. Desde hace un tiempo, vive en La Rioja, donde continuó su formación superior y también consiguió trabajo. A pesar de añorar su terruño, y pensar que algún día podría volver, aclara y se compromete: “uno debe dejar algo en el país donde se formó”.

Como cada año, el 11 de septiembre se festeja el Día del Maestro; de igual modo, cada 17 de septiembre, en Argentina, se celebra el Día del Profesor. En esta fecha se recuerda a José Manuel Estrada, quien fue profesor, historiador, orador, escritor y periodista fallecido en esa fecha en 1894. 

Este día, El Péndulo también reflexionó sobre la noble tarea de educar, dado que una persona puede ser profesor de diferentes disciplinas; pero es, por encima de esa especialidad, un educador. Es por ello que quisimos contar la historia de Wilmeus Tamar, quien con tan sólo 24 años, y sin conocer el idioma, de profesión enfermero, llegó a la Argentina luego de recorrer un poco más de seis mil kilómetros, para convertirse en profesor en La Rioja.

Wilmeus Tamar es haitiano y profesor en Ciencias de la Educación, graduado de la Universidad Nacional de La Rioja; además de licenciado en Enfermería Universitaria, título que obtuvo en su país de origen. Actualmente se desempeña en varios institutos de formación docente de la Capital riojana, como así también del interior de la provincia.

Llegó a la Argentina, más precisamente a La Rioja, hace 8 años, gracias a las buenas relaciones diplomáticas entre ambos países y con el objetivo de seguir estudiando y perfeccionándose en el campo de la salud, reconoce el propio Wilmeus.

Al ser consultado de porqué eligió La Rioja para radicarse, responde: “cuando uno está pensando dónde migrar, piensa en donde uno tiene alguien conocido, y yo tenía y tengo conocidos y amigos de mi país que están viviendo acá”. Entonces, era más fácil para mí, alguien que me va a orientar, que me va a dar una mano en los primeros momentos”.

“La docencia era algo pendiente en mi vida”

“Cuando llegué a la Argentina, logré realizar la homologación de mi título como enfermero, pero como el proceso de homologación, como en todo el mundo, es un tema que demora bastante, entonces, mientras estaba esperando la aprobación de ese título, dije: bueno, voy a estudiar algo que yo tenía ahí de forma pendiente en mi vida, la docencia. Y de ahí ingresé a estudiar Ciencias de la Educación en la UNLaR”, relata.

Así fue que en 2022, Wilmeus Tamar se recibe de profesor en Ciencias de la Educación, faltándole algunas materias para finalizar con la licenciatura. “Después de la homologación de mi título como enfermero trabajé durante cuatro años en el hospital Vera Barros, en la Guardia Central, como enfermero”, recuerda. Luego, se recibió de profesor y decidió dedicarse a la docencia, por lo que renunció al nosocomio capitalino.

El no hablar el mismo idioma fue un obstáculo que debió sortear Wilmeus; condición que no le impidió estudiar, recibirse y, sobre todo, dedicarse a la docencia.

“El conocimiento científico no tiene patria, es universal. Es decir, uno, en cualquier parte del mundo, si sabe, si estudiaste, si ya tenías una formación, no vas a tener problemas”, asegura el profesor; y agrega: “uno tiene que definir el porqué está estudiando. Porque yo, acá, al llegar, necesitaba involucrarme en la sociedad para lograr esa inserción, entonces vi que sí o sí tenía que estudiar. Y estando lejos de mi familia, también vi que yo necesitaba algo para responder a mis necesidades, entonces yo tenía una exigencia: sí o sí, sobrevivir. Hablar español para recibirme”.

Al pedirle que se defina como docente, Wilmeus se considera como uno más, alguien que está para acompañar: “porque yo digo, y al igual como la salud, no hay algo más enriquecedor en la vida de una persona que poder ayudar a otro, ayudar a otro en todos los sentidos. Ayudar a alguien a encontrar el sentido de su vida, a pensar, a generar ese pensamiento crítico y que sea también buena persona. Es algo maravilloso, que no tiene precio. Entonces, tanto en la docencia como en la salud, son dos cosas que tienen una relación directa, yo soy ese docente que acompaña y socializa lo que sé y construyó aprendiendo también del otro”.

La educación en Haití y Argentina

El docente haitiano destaca que, “en Argentina, el sistema educativo es abierto y brinda un lugar al otro para su crecimiento. Allá (por Haití), si bien, se está trabajando sobre esto, pero falta mucho. El sistema haitiano es un sistema que deja de lado la realidad y la necesidad de la sociedad. Es un modelo tradicional, conductista, donde, hoy en día, falta por ejemplo el acompañamiento hacia los jóvenes. Todavía es un sistema que hay que repensarlo y ajustarlo a la realidad del siglo XXI, por eso puedo decir que todavía nos quedamos en ese proceso de cambio”.

“Me gustaría algún día poder adoptar este sistema argentino, no sé si tal cual, porque hay que adaptarse a las realidades que son diferentes, pero hay un montón de cosas que sí se pueden compartir en conjunto”, reflexiona; y agrega: “me acuerdo que estaba  trabajando con el embajador de mi país y el Ministerio de Educación de acá en un proceso de articulación, pero como son cosas políticas, hay que ver acuerdos y demás, no se pudo concretar”.

En Haití, el acceso a la educación es gratuita, “como dicen las leyes, pero con acceso reducido porque es un sistema de cupos. Los establecimientos tienen pocos cupos para los estudiantes y, entonces, tenés que recurrir a lo privado. Por ejemplo, ponen cupos de 50 estudiantes, pero la población supera ese cupo y entonces tienen que entrar al sector privado”.

En cuanto al acceso a la educación en el nivel superior, Tamar comenta que “también es gratuito; sólo debés pagar un bono contribución, como una cooperadora, pero sí hay un concurso que es eliminatorio, va haber un grupo que no va a poder acceder, es así para todas las carreras, ni hablar de las ligadas a la salud, como Medicina y demás”, reflexiona.

A la hora de poder conseguir un trabajo, luego de obtener un título, el docente declara: “es más fácil conseguir acá, en Argentina, porque el régimen de clasificación de antecedentes docentes es más fácil. “En cambio, allá, al mezclar la política, es más difícil. Allá van ingresando por amistad y los que tienen títulos se van quedando afuera de la accesibilidad al trabajo”.

En esta línea, Tamar hace un balance sobre el aporte más significativo que recibió del estudio y de la profesión en la Argentina y de La Rioja, particularmente, y confiesa que pondera la posibilidad de acceder a la educación gratuita e insertarse al mercado laboral riojano.

Además, destaca: “no tengo palabras o adjetivos para calificar lo que significa para mí, es un honor, ser parte de ese grupo de docentes de la provincia”; y agrega que, si bien le gustaría volver a su país, cree que uno debe dejar algo en el país donde se formó, ser parte, porque hizo uso de los recursos humanos, financieros y hay que socializar, ser parte de este sistema de esa construcción mientras las posibilidades se den.

Sobre su familia

Wilmeus cuenta que vino solo a la provincia. Toda su familia quedó en Haití. “Yo soy el más chico de siete hermanos y tengo dos hermanas allá; una es contable y la otra economista; y un hermano sacerdote que vive en Brasil. Otra que es enfermera, uno que es ingeniero mecánico y los dos viven en Estados Unidos”, narra. Además, relata que también tiene un hermano que hace un año y medio fue asesinado en Haití. “Era periodista y abogado pero por cuestiones políticas lo asesinaron”, revela. 

Su madre falleció cuando Wilmeus tenía 17 años y su padre, quien era agricultor, murió hace dos años y se lamenta no poder haberlo despedido, ya que viajar a Haití es muy costoso.