Escuchando el alegato de CFK queda la viva impresión de que se encuentra sola, entonces uno se pregunta si no fue muy lejos, como algunos grupos políticos radicales de izquierda que, aunque llevan razón en algunos de sus planteos, sus propuestas se encuentran por fuera de las posibilidades efectivas de acción. ¿Acaso no es CFK un actor político que va por fuera de las exiguas posibilidades democráticas de la Argentina?Da la impresión de que existe una especie de pacto entre una parte importante de la clase política y el poder fáctico, pacto que no favorece a las amplias mayorías, pero que permite un cierto grado de gobernabilidad. Con lo cual, la existencia de la gobernabilidad, digo más, del gobierno en cuanto tal, depende de que no se atente en ninguno de los sentidos imaginables en contra de la renta. La cuestión es simbólica y efectiva porque la acumulación sin límites de la renta exige un tipo de sujeto social y la distribución de la riqueza, otro. Acumulación y distribución son términos de una ecuación en constante presión. Tal presión se tramita a través de los mecanismos institucionales de la democracia. Pero, si a través de ellos, la distribución atenta mínimamente en contra de la acumulación, el poder fáctico afectado captura los mecanismos democráticos y los usa como herramienta disciplinadora. Con esta operación también los vacía de legitimidad. Roco Carbone afirma, luego del fallo, que nos encontramos frente a un monstruo a la manera de los míticos. Un monstruo antiguo de dos cabezas llamado “mafia”. Una de sus cabezas es legal y la otra ilegal. Su cuerpo, entonces, opera con facilidad en los dos planos. La cuestión es que la dimensión ilegal del monstruo vacía la dimensión legal. El juego del monstruo borra la distinción entre una dimensión y otra y quedan solo las formas de la democracia.
“La cuestión es simbólica y efectiva porque la acumulación sin límites de la renta exige un tipo de sujeto social y la distribución de la riqueza, otro.”
En una entrevista a García Linera, cuyo linaje marxista es conocido, afirma que se luchó y se dio la vida por la reconquista del régimen democrático liberal durante las dictaduras militares en América Latina y que eso no podía ser una estupidez. En esta coyuntura tal afirmación toma todo su cuerpo. Ricardo Aronskind, consternado, como lo está gran parte de la sociedad por el fallo en contra de CFK, pregunta “¿En qué orden nos encontramos? Esto no es una dictadura, pero tampoco una democracia”. Da la impresión de que no solo se han suspendido las garantías constitucionales sino también la razonabilidad. Del otro lado de la democracia se encuentra la locura. Nuestra “historia” actual parece un frenesí dislocado. Observen la secuencia: Un medio que posee todos los medios. El grupo de ultraderecha “Revolución Federal” recibe siete millones de los hermanos de “Toto” Caputo. Uno de los integrantes de una banda terrorista financiada apodada simpáticamente como “Los copitos” gatilla en la cara de CFK. Jueces, operadores políticos y exagentes de la AFI cercanos a Macri se reúnen en la finca de su amigo millonario, nivel Forbes,Joe Lewis. Condenan, sin pruebas, a seis años de prisión e inhabilitación perpetua a CFK por haber ejercido “administración fraudulenta” durante doce años seguidos. Es altamente probable que todo lo anterior caiga en el olvido. ¿Esta serie de hechos es compatible con la democracia?
“Da la impresión de que no solo se han suspendido las garantías constitucionales sino también la razonabilidad”
Entre las ideas del siglo XIX, hay una de importante gravitación que me ha resultado muy atractiva, la idea del método patológico, según la cual entre lo normal y lo patológico solo hay una diferencia de grado, razón por la que lo patológico se vuelve clave de comprensión de lo normal. Esto nace en el campo de la medicina y la fisiología, pero se vuelve una idea general que sostiene, muy intuitivamente, que cuando las cosas se desencajan, revelan parte de sus mecanismos ocultos. Creo que el fallo devela, con toda claridad, la trama explícita, y a la vez oculta, del monstruo de dos cabezas y que CFK es una anomalía en la política que revela la condición normal de una serie de acuerdos tácitos.
Me detuve para ver el partido de Argentina, ganamos merecidamente. La selección, en este marco, es una hendidura de emoción y alegría.
Pero volviendo, no son todas malas noticias, permítanme un rodeo final. Un viejo teórico de la religión afirmaba que no había que subestimar la práctica ascética reduciéndola a su función social. El asceta, en su opinión, constituye un tipo particular de testimonio vital. Con su cuerpo, a través de él, exhibe y a la vez protesta contra las injusticias del mundo. Se revela en contra del orden desequilibrado del ser que, como sabemos, culmina en el agotamiento de las energías y el fracaso final. Como dice Eduardo Rinesi, aludiendo a Hamlet, estamos en un tiempo desquiciado (out of joint), pero que nos permite conocer los límites de nuestra democracia, las posibilidades de la derecha y la cobardía de gran parte de la clase política. A su vez, CFK es también el testimonio vivo de la política que insiste con la palabra. Protesta con su cuerpo en contra de la descomposición de la democracia.
Estas notas surgen de la reunión: “Conversaciones sobre la coyuntura política” y probablemente no agreguen nada original a lo allí dicho. Sin embargo, es importante hacer eco de tales resonancias en tiempos como estos.
Agradezco a Janet Agüero y a Facundo Herrera sus lecturas y comentarios.




