Cómo se explica la pasión por la Selección Argentina en Bangladesh

maximiliano herrera
Maximiliano Herrera
Periodista

Las increíbles imágenes del festejo en Bangladesh de la victoria argentina dieron la vuelta al mundo. A nosotros nos cuesta creerlo, realmente es difícil encontrarle una explicación: ¿por qué sucede, de dónde sale tanto fanatismo y pasión por un país situado a más de 17.000 kilómetros de distancia? ¿Cómo puede ser?

Desde antes del mundial veíamos cómo la pasión por la Selección Argentina crecía cada vez más, pero no sólo entre los argentinos, sino que en otros países donde son muchos realmente quienes desean que Argentina salga campeón, en gran medida, porque es el último mundial de Messi, el gran ídolo actual, pero también por lo sucedido en el pasado: Segunda guerra mundial, hambruna, descolonización y Maradona en el ‘86 fueron las claves de esta pasión bengalí.

El fanatismo que apreciamos en los videos que circulan en las redes se sitúa en el estado indio de Kerala (visitado por Maradona en 2012) y Bengala que, a su vez, está dividida en dos países. La parte india de Bengala -de religión hinduista- es un estado cuya capital es Calcuta, con su estatua del Diego. La otra parte, la oriental y musulmana, es justamente Bangladesh. Entre Kerala, Bengala Occidental y Bangladesh suman casi 300 millones de personas.

Sin equipos ni jugadores locales de consideración, el amor de keralitas y bengalíes se desvió hacia América del Sur. El marketing, por supuesto, hizo lo suyo. Y esa devoción maradoniana, a dos océanos de distancia, se transformó con el tiempo en messismo.

Esa pasión por Argentina tiene un origen: cuando India y Bangladesh formaban parte del Imperio Británico el fútbol se hizo muy popular entre los bengalíes, ya que los ingleses fueron de las primeras naciones en popularizar el fútbol y así lo hicieron en sus colonias.

En 1947 la India se independizó del Imperio Británico y se dividió en India y Paquistán. Paquistán estaba compuesto por los actuales Paquistán al oeste y Bangladesh al este. Bangladesh se independizó de Paquistán en 1971.

Antes de la independencia de Bangladesh, durante la ocupación colonialista inglesa, se dio una de las tragedias más graves jamás vistas y silenciada: La «Hambruna en Bengala de 1943».

Para entender el contexto, debemos remontarnos a 1942 y la Batalla de Singapur, cuando el Imperio de Japón invadió la fortaleza británica de Singapur y dejo a los ingleses en una posición complicada frente al Imperio japonés.

Por eso, a los británicos se les ocurrió la idea de usurpar barcos y transportes de la gente bangladesí, para que no puedan colaborar con la región enemiga. Además, se apropiaron de todas sus cosechas.

En el contexto de la Segunda Guerra Mundial, donde a pesar de la tragedia ocasionada por una feroz sequía, Inglaterra siguió explotando al territorio saqueándolo de casi toda la totalidad de la producción de alimentos y desviando la ayuda comunitaria destinada a Bangladesh hacia Italia y Grecia.

Se considera a este como el mayor crimen cometido por UK durante la II Guerra Mundial.

En total, perdieron la vida unos 3 millones de bengalíes por inanición, malnutrición, enfermedades o bajo los disparos británicos mientras la población intentaba saquear los almacenes para poder comer.

Poco se habla de esta tragedia en nuestros libros de historia o en las películas occidentales, pero en la piel de los sufridos habitantes de aquellos lejanos lugares, el dolor sigue buscando justicia.

El gol del siglo y la mano de Dios

Así como para nosotros fueron las Islas Malvinas, millones de personas en todo el planeta le otorgaron un significado local a la derrota británica y el posterior ascenso al olimpo de aquel maravilloso muchacho de rulos.

El futbol, como revancha poética, surgió durante la lucha por la libertad de India; los equipos nativos que jugaban contra los equipos del ejército británico se convirtieron en un símbolo de la lucha contra la colonización. Ahí arrancó el fútbol a meterse en lo más fondo de la consciencia colectiva.

Después de la independencia en 1947, West Bengal pasó a ser de India y Bangladesh pasó a ser de Pakistán. En ambos países el fútbol no era tan popular y, por lo tanto, no tenía fondos, lo que dificultó su desarrollo pese al fanatismo bengalí.

El fútbol siguió siendo popular entre los bengalíes para quienes el mundial del ‘86 fue el primer mundial que vieron por TV.

Alim Talúkder Al Razi, el dirigente empresario bengalí, describe “la figura especial de Maradona en el mundial de 1986 con el famoso gol que lo elevó a sitial de héroe nacional; a partir de entonces, en Bangladesh en todos los partidos mundiales, manifiesta este fenómeno social donde la pasión de los hinchas desborda las calles de Daca, la capital, que es embanderada completamente hasta en los árboles con el celeste y blanco de la bandera argentina”.

“Estos 17.000 kilómetros de distancia no han podido separar a la Argentina de Bangladesh, porque Maradona, como Messi, nos unen en la pasión por el fútbol”, agrega en su comunicado Alim, en donde ni siquiera menciona el cricket, el deporte más popular de su país, situado al nordeste de India, en el sur de Asia.

La guerra de Malvinas dejó una gran herida en el pueblo argentino. Muchos jóvenes murieron en una guerra absurda e inevitablemente las sensaciones renacerían en el cruce por cuartos de final del mundial de México ‘86.

Argentina le ganó a Inglaterra con dos goles del mejor jugador de todos los tiempos, y logró salir campeón de la mano del Diego. Imagínense la felicidad de ver a tus colonizadores derrotados.

Los medios crearon la idea de que los argentinos éramos la fuerza que luchaba contra el imperio británico. Se comenzó a generar la mística y la devoción.

La calidad futbolística y la narrativa mediática cautivaron a una generación y ese sentimiento se ha transmitido hasta hoy en día.

La locura no es solo por Argentina. También hay muchos fans de Brasil por el mundial del ‘94. La narrativa es distinta en este caso: jóvenes pobres salen de las favelas para convertirse en estrellas mundiales del fútbol. Completamente esperanzador para un bengalí.

Messi terminó de solidificar esta idea. Ver al mejor jugador de la historia del fútbol es un placer para cualquier persona que disfrute de este deporte. Si además es argentino, imaginen la locura.

El festejo de Messi tras el gol a México

Podemos tener muchísimas diferencias culturales e históricas, pero hay una cosa que tenemos en común: el fútbol para ambas sociedades es mucho más que sólo fútbol.

Es por eso que, por nuestro desafío al monstruoso poder británico con la Guerra de Malvinas, y aquella victoria donde la Mano de Dios dejó a Inglaterra fuera de un mundial, hizo a los bengalíes hermanarse con nosotros, aunque recién ahora empecemos a notarlo.

Fuente: periodistan