El 70% de las personas señala que el Estado debería involucrarse y/o invertir en brindar asistencia integral a víctimas de violencia de género, facilitar información y métodos de prevención de embarazos e ITS, y brindar ESI. La “violencia por motivos de género en la pareja” es considerada el principal problema que enfrentan las mujeres, seguido de “exposición a abusos y a violencia sexual”.
Los datos surgen del estudio Puntos de vista sobre género y derechos sexuales y reproductivos en Argentina 2024, realizado por el Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) con el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) y Luis Costa y Asociados que fue publicado a principios de abril y expone una radiografía de los resultados de luchas históricas de movimientos feministas y LGBTI+ en contexto de retrocesos en agendas de derechos humanos no solo en la Argentina sino también a nivel mundial.
Se trató de un estudio de metodología mixta, cuantitativa y cualitativa, que aplicó una encuesta en línea a 2000 personas a nivel nacional y desarrolló 13 grupos focales con participantes de todas las regiones del país. Las personas fueron seleccionadas para representar la diversidad de contextos sociales y territoriales de la Argentina, explica el informe.
El Estado aparece como un actor clave que, lejos de retirarse, debería involucrarse y garantizar inversión, en una sociedad en la que resta mucho por hacer para generar condiciones de mayor igualdad de derechos: cerca del 70% de las personas señala que el Estado debería involucrarse y/o invertir mucho o bastante en brindar asistencia integral a víctimas de violencia de género, facilitar información y métodos de prevención de embarazos e ITS, y brindar ESI. En otras cuestiones sociales, como aumentar salarios en salud y educación esta valoración alcanza el 80%, y se acerca o supera el 90%, en cuestiones como garantizar la calidad y continuidad educativas y reducir la pobreza.
La “violencia por motivos de género en la pareja” es considerada el principal problema que enfrentan las mujeres, seguido de “exposición a abusos y a violencia sexual”. En una proporción mucho menor, otros problemas para la población encuestada son la brecha salarial, el acceso a puestos de poder, la violencia laboral y las desigualdades en las tareas de cuidado. El “acceso a los derechos sexuales y reproductivos (acceso a métodos anticonceptivos y a la interrupción voluntaria y legal del embarazo)” no es considerado un problema importante (sólo 2% de respuestas).

Según la mayoría de las personas (casi 6 de cada 10), actualmente existen desigualdades “grandes” o “muy grandes” entre mujeres y varones en el país. Sin embargo, la mitad de las personas también cree que estas desigualdades son menores en relación a10 años atrás. Las opiniones atestiguan cambios en los últimos tiempos.
ESI
Respecto de la educación sexual integral, “prácticamente la mitad de las personas cree que niños, niñas y adolescentes deberían recibir ESI principalmente en la casa por parte del padre y la madre (49%) y 2 de cada 10 considera que la escuela debería ser el lugar principal para ello”. Al preguntar por otros espacios posibles para la ESI, surgen los/ as profesionales de la salud (55%) y la escuela (50%). “Si bien el rol de la escuela presenta acuerdos, no llega a ser la primera opción como principal lugar para la educación sexual integral. Podría pensarse que la combinación entre la familia y la escuela, junto a profesionales de la salud es la configuración mejor aceptada por las personas”, afirman.
En general, quienes tienen hijas/os que recibieron ESI en la escuela están satisfechos/as con los temas abordados. Se expresa menor satisfacción en temas como “prevención del abuso sexual”, “consentimiento en los vínculos afectivos y sexuales” y en “manejo de sentimientos y emociones”. Los mayores valores de satisfacción se registran con la “prevención de enfermedades de transmisión sexual” y en contenidos de ESI ligados al “respeto por la diversidad”.
En todas las temáticas de ESI (con excepción de “prevención de enfermedades de transmisión sexual”, en donde los géneros quedan igualados), las mujeres están más satisfechas que los varones, con una diferencia especialmente marcada en la prevención de embarazos no intencionales (57% vs. 35%).

El rol de estado
Para las personas, es posible concebir al Estado como un inversor en desarrollo social. Una amplia mayoría, superior al 80%, cree que el Estado debería “invertir mucho” o “bastante” en “aumentar salarios en salud y educación”, otro 71% considera que debería “invertir mucho” o “bastante” en “distribuir alimentos a comedores”, y un 70%, para “facilitar métodos de prevención de embarazos e ITS”. Las preferencias de las personas por un Estado que invierta también son importantes en cuanto a “brindar asistencia a víctimas de violencia de género” y “brindar servicios de cuidado infantil”. Como dato distintivo, son las mujeres quienes expresan mayor apoyo para la inversión estatal en “métodos anticonceptivos (MAC) y prevención de ITS”, y para la “asistencia a víctimas de violencia de género, destaca la investigación de CEDES y ELA.
Con relación a los derechos de las personas LGBT, las mujeres apoyan en mayor medida esta causa (33% vs. 17%) y una mayor ponderación positiva para la vida de las personas del acceso a un documento acorde a la identidad de género (44% vs. 30%). Sin embargo, la brecha no es considerable en la valoración positiva del matrimonio igualitario (39% vs. 32%). Por último, las mujeres apoyan bastante más que los varones la no discriminación a las personas LGBT (75% vs. 60%).
Respecto de las licencias por paternidad “existe un acuerdo considerable por modificar los plazos de licencia por paternidad: casi 6 de cada 10 personas considera que las licencias por paternidad deberían extenderse, y 2 de cada 10 que deberían igualar a las de las mujeres”.

En las conclusiones del estudio se menciona que “los varones de la sociedad argentina están involucrados, sensibilizados y de acuerdo, en su mayoría, con una variedad de temas de la agenda de género y de derechos sexuales y reproductivos, pero lo están en menor medida que las mujeres: solo 2 de cada 10 varones aseguran que la desigualdad no existe.