El director ejecutivo del Instituto Nacional del Teatro (INT), Gustavo Uano, aseguró que ese arte «es agente de cambio y no puede pasar desapercibido en los debates que enfrentamos como sociedad», al marcar el contexto general y la coyuntura en medio de la cual se realizará la 37ma. edición de la Fiesta Nacional del Teatro, que reunirá del 13 al 20 de septiembre próximos en Catamarca y La Rioja a representantes de todo el territorio argentino.
«Uno de los ejes que plantea esta edición de la Fiesta como debate son los 40 años de democracia, con una reflexión sobre la memoria y una necesidad de poner en valor lo que nos ha dado. Hoy quizás desde los medios hegemónicos o determinados candidatos presidenciales no se le otorga el valor que tiene y lo que nos ha otorgado en calidad de vida, en bienestar, en servicios públicos», destacó Uano, teatrista de la provincia de Mendoza, al frente del INT en estos últimos cuatro años e históricamente vinculado con las políticas regionales y nacionales del teatro argentino.
«Nosotros creemos -destacó- que no podemos volver atrás en la discusión sino que siempre tenemos que apuntar y defender una Argentina más democrática, con mejores servicios públicos, con un Estado presente, inteligente, eficiente, asistiendo y generando equidades».
Fiesta Nacional del Teatro
Desde el próximo miércoles 13 y hasta el 20 con epicentro en las ciudades de La Rioja y Catamarca, la Fiesta Nacional del Teatro reunirá 40 grupalidades y elencos de todas las provincias argentinas a lo largo de una semana que será un punto de encuentro, discusión, análisis y debate del teatro argentino.
Las obras que llegan a la Fiesta han sido seleccionadas por cada una de las provincias a través de convocatorias públicas y elegidas por jurados de especialistas de cada una da las regiones, ganándose así el derecho de representar el espacio territorial y cultural propio en el máximo evento anual que tiene la teatralidad argentina.
Además de obras, en estos días habrá seminarios, clases magistrales, cursos, desmontajes y talleres para una actividad de intensos ocho días y que el martes 12 tendrá una previa con la reunión en Catamarca de un plenario de representantes provinciales del INT.
– ¿Cómo ves la selección de obras de esta edición de la Fiesta?
– Este es un país muy heterogéneo con un teatro con diferentes expresiones y características y esta edición de la Fiesta tiene la particularidad de incluir en su armado muchas expresiones y disciplinas diversas, pasando por la danza teatro, el teatro para infancias, el clown o las técnicas de circo, un teatro más de texto o académico. Creemos que en los últimos años se amplió muchísimo la variedad de expresiones escénicas, lo que da como resultado una paleta bastante variada, producto de un movimiento teatral argentino muy activo y que va en distintas líneas.
– ¿Cuáles son los ejes convocantes?
– Hay tres ejes que la Fiesta plantea este año como debate: los 40 años de democracia, incorporar a las juventudes al hecho teatral y las artes escénicas, y el respeto a la diversidad. Consideramos que Argentina avanzó mucho en sus políticas pero en estos momentos hay discursos de violencia, de demonizar al otro, de tratar de terrorista no sé a quién, de misoginia, que se están instalando masivamente, como un retroceso en la dialéctica discursiva en un país que ha sido vanguardia y referencia de muchos derechos humanos.
– ¿El teatro tiene que dar estas peleas?
– Quizás hay jóvenes que nacieron en democracia y a veces no tienen el registro de lo que costó conseguir esta democracia ni de la vinculación del hecho teatral con las problemáticas políticas y sociales siempre, y particularmente, en las épocas más oscuras. El teatro, en las perores situaciones, ha generado una resistencia y una militancia ejemplares. La comunidad teatral siempre estuvo activa levantando la bandera de los derechos humanos y de defensa de la cultura nacional. El fenómeno de Teatro Abierto fue una de las primeras manifestaciones civiles que se le paró de manos a la última dictadura en 1981, un momento que todavía no estaba habilitado para las disidencias. Siempre el hecho teatral trae en su producción, dramaturgia o puesta escénica el emergente político de lo que está sucediendo en la sociedad, porque se trata de un espacio con recursos artísticos y poéticos y una tradición ligada al teatro independiente y popular que pone en juego los emergentes que están latiendo.
– En este momento, algunos candidatos y medios hegemónicos, como decías, discuten también la pertinencia de las políticas públicas.
– El INT tiene como objetivo promover y desarrollar el teatro en toda la Argentina y eso cambia el mapa político de la producción teatral. Antes era como que en los distintos lugares la gente se formaba para irse a las grandes capitales porque en su medio o territorio no encontraba lugar para desarrollarse y debía emigrar, pero la existencia de la Ley del Teatro y del Instituto permite que hoy tengamos en cada provincia elencos de teatro, salas que no se tienen que mudar cada dos años, una producción que se desarrolla en el tiempo, existe la posibilidad de producir contenidos propios con los que llegar a las comunidades propias. En contra de las tendencias que alientan los mercados, Argentina tiene un movimiento cultural muy fuerte que sigue promoviendo nuevas dramaturgias, nuevas directoras y directores, encuentros, festivales.
– ¿Y esto repercute en las producciones que después se ven en las Fiestas?
– El año pasado la Fiesta puso de manifiesto un enorme crecimiento en todas las provincias; antes era como que uno buscaba determinadas provincias, ya sea por historia, tradición o capacitación, para ver qué traían a la Fiesta, mientras que en 2022 fue sorprendente ver la calidad de los espectáculos de todas las provincias, fueran grandes, chicas, con más o menos recorrido, más o menos organismos de formación estables. Me parece que esto tuvo que ver con haber propuesto unas ciertas condiciones de producción igualitarias que permitieron a los grupos tener más tiempo y más recursos para generar un teatro de calidad.
Otra cuestión interesante, que se viene desarrollando en los últimos 10 años y que se profundizó más recientemente fue la recuperación de las identidades y las dramaturgias locales y regionales, con una mirada más volcada hacia adentro y hacia la propia historia en vez de mirar tanto, como era frecuente anteriormente, qué estaban haciendo los cinco o seis directores top de Buenos Aires para replicar sus obras o sus modos en el Interior, mientras que ahora es muy interesante la aparición de perfiles propios y particulares de cada una de las comunidades teatrales.
– ¿Cuál es la mayor virtud y la mayor fragilidad que encontrás en el teatro independiente argentino?
– Hay dos virtudes fundamentales: el nivel de exigencia con el que nos planteamos los procesos y la actividad, el teatrista argentino argentino tiene una vara muy alta para producir; la otra es la solidaridad, que, creo, es una característica que viene del trabajo creativo de las grupalidades teatrales, donde siempre se prioriza lo colectivo como el modo de construcción.
En el debe, me parece y en esto me refiero a una deuda de nuestra gestión al frente del Instituto, está crear proyectos que tengan que ver con la internacionalización de nuestro teatro, la capacidad de darles más herramientas y asistir a aquellos procesos y grupalidades que tengan producciones con capacidad exportable. El teatro argentino es muy valorado y respetado en el mundo, pero en esta gestión nos tocó, debido a la pandemia, concentrar los esfuerzos fronteras adentro, porque hubo un año entero en que no se pudo producir y entonces los recursos y las políticas se concentraron en que hubiera producciones, giras, que se alargaran las temporadas, pero hacia adentro. Con la capacidad de este teatro que en cualquier país del mundo se destaca creo que es un desafío para nosotros generar capacidad de exportación de nuestro teatro.
Fuente: Télam