“Hola oscuridad, mi vieja amiga”, comienza el dúo estadounidense Simón y Garfunkel en la letra de la canción “Los sonidos del silencio”. Eso fue en 1964, hace varias décadas ya.
[Recomendación: leer escuchando este tema musical]
En nuestro tiempo, en esta era digital, donde todos, todas y todes, están interconectados instantáneamente, se percibe, a parecer de este análisis, ello: “la gente habla sin conversar” …, “la gente oye sin escuchar”, y desde “El Péndulo” agregamos, humildemente, por cierto, la gente mira sin observar y vive sin vivir.
Pueden parecer afirmaciones algo intensas, pero observemos a nuestro alrededor. En las mesas de café, ya no se comparte el café, se observa con fijación e intensidad, esa estrecha pantalla rectangular y nos olvidamos de compartir ese café, que se enfría sin sentido.
Más profundo aún, aunque no en todos los casos, respóndase querido lector: ¿Cuántas veces miró su dispositivo móvil hoy? Guárdese la respuesta.
En las reuniones familiares y de amigas y amigos, las juventudes e infancias, más adaptadas a las nuevas tecnologías, se pasan el tiempo con su atención fija allí, en ese universo de imágenes, videos, chats, likes, historias y el valor que le dan a la cantidad de seguidores que obtienen mientras suben contenido.
Ya, Umberto Eco describió a su versión apocalíptica e integrada de las nuevas tecnologías y esta reflexión no se aleja de ello; no obstante, si nos detenemos a pensar qué paso en el medio…
Sin nostalgia, antes, los juegos eran en la plaza, en el patio, las hamacas, bicicletas y hasta subir a un pequeño árbol, era la aventura más osada que se podía tener.
Meter los pies en la fría agua de una canal, o levantar el rostro a la tenue lluvia para que cada gota se sienta como parte de nuestro cuerpo. Vamos a omitir la parte del barro en las zapatillas, o mejor dicho hasta las rodillas, pero quien podrá borrar esos recuerdos.Nostálgico, digo, hoy mis recuerdos salen en Facebook, y es una imagen de un momento inmortalizado y automatizado, por la red; la cual ya hace rato alcanzó la mayoría de edad, por lo que muchos y muchas nacieron en ella. Ya, los cumpleaños no los recordamos por memoria, Facebook lo hace por nos.
¿Porque esta reflexión?Podemos nominar a las generaciones según su evolución en el contexto histórico, con el nombre que el gurú de turno le dé: “Generación X”, “millennials”, “centennials” y así indefinidamente. Lo que nunca dejaremos de ser es humanos. Seres sociales por excelencia cuya comunicación evolucionó a diferencia de otras especies y permitió que hoy sea la especie dominante en el débil planeta tierra.
Más allá de los términos difíciles y que estas líneas le parezcan lejanas, querido lector y lectora, es nuestro deber reflexionar. Es parte del pensar y principalmente es nuestra responsabilidad como comunicadores y comunicadoras.
En la canción de Simón y Garfunkel, en una atrevida versión de Silvia Pérez Cruz, que forma parte de la película “La Noche de 12 Años”, película que también recomendamos, la letra dice y citamos:
“Gente escribiendo canciones, que las voces jamás compartirán. Y nadie osó molestar a los sonidos del silencio”.
Es deber de las juventudes, en palabras no textuales de José Ingenieros y sus Fuerzas Morales, levantar la voz y ser protagonistas. Advertir la presencia del silencio, y dar sonidos, a la voz que aquieta las aguas y deja a la mar serena, como antes de una gran tormenta.
No se trata de una antes o un después, ya que estas letras solo buscan que, por un instante, observemos y dejemos de mirar, escuchemos en vez de oír, solamente, y sintamos en vez de solo dejar pasar esa emoción, como si no nos importara.
Las tecnologías estarán siempre ahí, ayudando a la humanidad a avanzar; pero, en cierto modo, también ayudan a la humanidad a envolverse cada vez más en las soledades y silencios en la era digital.